Por 1er Ten Gustavo Liébana

Los hombres y mujeres de nuestra Institución dedican sus vidas al cumplimiento de la misión, forjando una especial relación con las máquinas con las que comparten días y noches en diferentes climas y lugares, tarea en la que esencialmente se conjugan los valores que nos impulsan y guían nuestras acciones.

La incorporación de un nuevo avión a las filas de la Fuerza Aérea no solamente es motivo de felicidad para quienes formamos parte de ella, en cuanto a las posibilidades que este representa con respecto al cumplimiento de nuestra misión, sino también porque entraña un significado especial dentro de nuestra cultura.

La vocación del personal por su trabajo, reflejada cada día en la dedicación y empeño puestos en la operación y el mantenimiento de los medios aéreos, es el sentido del deber convertido en pasión por la tarea, la convivencia casi permanente con la máquina, el cariño por los momentos compartidos, el orgullo de pertenecer que se transforma en legado para las generaciones siguientes.

Se habla de un "Sistema de Armas”, porque además de la aeronave y el personal que lo emplea (pilotos, copilotos, mecánicos de vuelo, operadores de sistema de entrega aérea, auxiliares de carga y despacho, etc.), comprende una compleja estructura compuesta por personas especializadas en diferentes servicios, instalaciones, equipamientos y componentes necesarios para el sostenimiento de la actividad aérea, enmarcada en los propósitos de la actividad militar.

Todo esto implica años de capacitación y perfeccionamiento constante del personal, que debe cumplir además ciertos requisitos para desempeñarse y permanecer dentro de su especialidad. En tal sentido, dado que el estado militar dura toda la vida, el personal retirado puede ser convocado a cumplir con tareas del servicio, dado a que justamente su trayectoria y experiencia en el área de desempeño conllevan una alta capacitación y perfeccionamiento.