Noemí Gerstein: la escultora argentina que buscó la verdad de los materiales
Hasta el 18 de octubre se puede visitar la muestra “Una artista experimental. Noemí Gerstein en el FNA”, en la Casa de Victoria Ocampo. En esta nota, conversamos con sus curadoras, Andrea Giunta y Ana Inciarte, sobre la producción y revalorización de una de las personalidades artísticas más notables del siglo XX.
“Fui alejándome insensiblemente de la realidad que veía, empezaron a surgir formas mías que acepté, dejando que paulatinamente fueran apareciendo con mayor libertad”, dijo una vez la artista argentina Noemí Gerstein (1908-1996), cuando se encontraba en París para estudiar en el taller del maestro bielorruso Ossip Zadkine, uno de los más prestigiosos de los años cincuenta. Fue durante esa época cuando Gerstein se atrevió a desafiar distintas convenciones y, así, crear una forma propia de expresión.
Parte de este modo de contar a través de sus obras es el que se presenta en la muestra “Una artista experimental. Noemí Gerstein en el FNA”, en la Casa de Victoria Ocampo, con curaduría de las historiadoras y especialistas Andrea Giunta y Ana Inciarte, y la coordinación del Área de Artes Plásticas del Fondo Nacional de las Artes. La exhibición reúne 19 piezas que Gerstein realizó entre 1951 y 1988, y que había donado al FNA un año después. Se trata de trabajos creados con acero inoxidable, bronce, caucho, chapa, hierro, mármol y terracota, entre otros materiales.
Interesada por la escultura, la litografía y el dibujo, Noemí Gerstein era también profesora de ciencias naturales. La investigación científica, el conocimiento de los procesos físico-químicos y su curiosidad por el funcionamiento del cosmos, sin dudas, fueron de gran inspiración a la hora de componer y experimentar. Y fue durante aquellos años cincuenta cuando recurrió a la soldadura –una actividad muy poco frecuente entre las mujeres de la época– para ensamblar y darle forma a sus obras que nunca dejaban de contar una historia. Si bien se acercaba cada vez más a la abstracción y al informalismo, jamás lo hizo de manera radical.
Al respecto, conversamos con las curadoras sobre la producción y revalorización de esta artista argentina del siglo XX que, olvidada o poco estudiada, vuelve a la escena contemporánea para continuar construyendo y aportando en el diálogo histórico y artístico, siempre fascinante como inagotable.
–¿Cuál es el aporte de Gerstein en la práctica escultórica argentina? ¿Qué tipo de experimentación logró con el trabajo de materiales, por ejemplo, como los que se presentan en esta muestra?
–Andrea Giunta: Noemí Gerstein comenzó realizando una obra clásica y figurativa en su etapa formativa y profesional, que puede seguirse en sus envíos a los salones y su primera exposición individual en la galería Peuser, en 1948. Pero a partir de su viaje a París, en 1949-1951, y del contacto con el artista bieoloruso Ossip Zadkine, emprende una obra abstracta o abstractizante: Gerstein casi nunca fue una abstracta radical, las referencias literarias o a la naturaleza siempre estuvieron presentes. En 1956, cuando tiene acceso a las tecnologías de la fábrica de su entonces marido, Franco Di Segni, comienza a soldar metales. Se convierte así en una artista-obrera. Desde mediados de los cincuenta, su obra se caracteriza por un experimentalismo extremo, utilizando incluso materiales de construcción, como el poliuretano expandido.
–Ana Inciarte: La experimentación de Gerstein no solo radica en utilizar materiales de construcción que hasta ese momento habían circulado muy poco por fuera de las fábricas, sino que mantiene su acabado fabril. No le interesa eliminar las huellas del origen del material, sino que se centra en sus propiedades intrínsecas como punto de partida para construir formas. Se enfoca en lo que podría llamarse “la verdad de los materiales”. Las varillas y tubos de hierro mantienen su rugosidad, la tuerca sigue siendo una tuerca reconocible, el poliuretano es poroso. No transforma el material en algo distinto a sí mismo, sino que lo potencia a partir de sus propias características. Su gesto es más bien compositivo a partir de la adición de elementos. Por otro lado, no dejemos de lado lo novedoso que fue posicionarse como una mujer soldadora desde mediados de los 50, desafiando las expectativas de género de la época.
–En ese sentido, ¿cómo se formuló el relato curatorial en esta exposición?
–AG: El relato parte de las obras extraordinarias, de distintos períodos, que Gerstein donó al Fondo Nacional de las Artes, una institución que en distintos momentos de su carrera la apoyó con becas y subsidios. Sin estos apoyos, ni ella ni muchos otros artistas podrían haber desarrollado su obra. La relación entre obra y venta de obra no es inmediata, el apoyo es central para que estos magníficos procesos de realización puedan producirse. La curaduría se estableció a través de esas obras, de las fotos que estratégicamente incluimos en la exposición y de una organización que, aunque no es cronológica, tiende a presentar su obra desde los materiales y los conceptos escultóricos. Las cabezas y retratos tempranos, las piezas de pared más experimentales y también las realizadas en procesos de seriación, en chapas de bronce, más constructivas, y las esculturas de materiales industriales soldadas. En su conjunto quisimos producir un espacio inmersivo en sus obras sin generar compartimentos. Un espacio en el que pueda sentirse el camino experimental que desarrolló.
–AI: Las obras donadas al FNA fueron cuidadosamente seleccionadas por la artista, quien se ocupó de dar cuenta de cada uno de los periodos que transitó y de los materiales con los que trabajó. Esto nos dio un buen punto de partida. La exhibición recorre sus años de formación y de primeras exploraciones, en los que realizaba piezas figurativas y redondeadas en terracota, como la obra Cabeza, así como su etapa en París con Zadkine, representada por una obra más angulosa y despojada de volumen como Busto de negra. Luego se puede ver su incursión en la abstracción, su participación en importantes exhibiciones internacionales, sus profundas investigaciones técnicas y materiales, y su interés en el espacio público. Nuestra intención fue generar un recorrido dinámico que diera cuenta de la confiada libertad con la que trabajó Gerstein.
–Es interesante esa tensión entre la abstracción de muchas de sus piezas y los títulos figurativos con los que las nombraba. ¿De alguna manera, hay un sentido referencial que nunca deja de estar del todo excluido (o al menos se torna ambiguo), desde su modo de expresar la abstracción, el informalismo?
–AI: Su abstracción no podría adherirse a clasificaciones taxonómicas, como abstracción geométrica o lírica. Más que hacer obra desde un sentido referencial, Gerstein vitaliza materiales inertes a partir de distintas inquietudes. En los cincuenta y sesenta sus títulos poetizan la historia de la humanidad, lo que le da a esas formas un carácter narrativo o alegórico. Ella señala que las obras hechas con tubos y varillas no responden a un boceto o idea previa, sino que se van configurando a partir de lo que le dicta el material. Por lo que podemos asumir que los títulos no corresponden a la ilustración de una referencia preconcebida, sino que serían más bien un desprendimiento de la forma final. En los setenta los títulos se vinculan a intereses más procedimentales, técnicos y formales.
–AG: Exactamente, ella casi nunca es una abstracta radical. Aunque en los años setenta sus títulos toman un curso más formal. Podríamos pensar en un giro conceptual, en el que los títulos refieren a aspectos formales, mentales, “Corte diagonal”, o “Disección III”, obras que están en la exposición dan cuenta de este aspecto.
–¿Su figura y obra estuvieron un tanto olvidadas? ¿A qué creen que se debió?
–AG: La ausencia de la artista, quien fallece en 1996, es fundamental. Se hizo una gran retrospectiva de su obra en el Centro Cultural Recoleta en 2002, curada por Pelusa Borthwick, pero no hubo un catálogo exhaustivo, con investigación sobre su obra. Y en 2022, cuando la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes adquiere la pieza Marejada, que había pertenecido al mecenas Federico Vogelius, creador de la revista Crisis, realiza un catálogo-libro muy importante. Sin embargo, lo que encontramos es que en toda la bibliografía se repetían errores, que la investigación sobre la producción de Gerstein se había detenido. Eso contribuye a su olvido o a una valoración poco fundamentada. ¿Por qué es importante la obra de Noemí Gerstein para el arte argentino? Para responder esta cuestión nos sumergimos en los archivos, formulamos hipótesis, triangulamos fuentes, generamos conceptos nuevos. Trabajamos desde la perspectiva de la investigación en ciencias sociales y con los métodos de la historia del arte.
–¿Qué nos dice hoy su obra? ¿Qué relaciones continúa construyendo con la contemporaneidad?
–AG: Noemí amaba la escultura y la ciencia. Se había formado y había trabajado como profesora de ciencias naturales. Su obra expresa un afán de investigador. Ella investiga materiales, investiga problemas formales, investiga la literatura, el antiguo testamento, los descubrimientos del cosmos, el deslumbrante desafío que involucran los descubrimientos espaciales. Ella es importante por la calidad de su obra y porque esta enarbola una representación del conocimiento, la investigación y la ciencia que creo que en este momento es muy importante, sumamente importante destacar.
–AI: Por otro lado, desafía categorías. Volvamos a la figura de la mujer soldadora a mediados de la década del 50. Si bien no es la única mujer que explora el metal, su trabajo en el taller es excepcional para la época. Noemí Gerstein nos habla hoy desde su insaciable curiosidad y fascinación por la vida, desde su compromiso e insistencia en hacer.
–Para quienes todavía no visitaron la muestra, ¿qué cosas tener en cuenta para disfrutarla más?
–AG: Creo que en la exposición hay muchos materiales para entender sus piezas. Por un lado, el extraordinario video documental que de Noemí realizó la Academia Nacional de Bellas Artes y que el FNA subtituló para poder apreciar mejor las palabras de la artista. No olvidemos que ella fue la primera mujer que integró la Academia Nacional de Bellas Artes, en 1975, así como Victoria Ocampo fue la primera mujer en integrar la Academia de Letras en 1977. Hoy parece increíble que naturalmente se consideraba que solo los escritores o artistas varones podían integrar estas instituciones de notables. También van a encontrar en la exposición una vitrina con documentación. La exposición reúne fotos extraordinarias de la artista. Particularmente la gigantografía que pudimos incluir gracias a la generosidad de Jorge Mara que consiguió el negativo para escanearlo y lograr una instalación de excelencia. Y las 20 obras, 19 del FNA y una de la ANBA, que constituyen un recorrido amplio de obras que representan la variedad y la calidad de su trabajo.
Creemos que Noemí, cuando eligió la obra para donar, obró como una curadora de su obra y generosamente cedió al FNA una selección de obras de distintos períodos. La relación entre ella y el FNA es una relación virtuosa. Primero porque el FNA apoyó a la artista cuando comenzaba su carrera, cuando no podía vivir de la venta de su obra. En Argentina, como en todos los países, las becas y subsidios son fundamentales para que estas obras puedan realizarse. Y es virtuosa también porque ella donó un cuerpo importantísimo de obra. Finalmente, porque con esta exhibición el FNA agradece a la artista y devuelve a la comunidad la posibilidad de conocer estas piezas que son, en definitiva, patrimonio de toda la sociedad argentina. Y lo que no es menos importante, la investigación que desarrollamos la hicimos como investigadoras del CONICET y de la Universidad de Buenos Aires. Sin el apoyo a la investigación desde las instituciones públicas no hubiésemos podido preparar la exposición en un mes: detrás había un año de investigación. Los resultados los presentamos en una conferencia que realizamos en el FNA y que puede seguirse en
–AI: Además, con el equipo FNA realizamos una publicación en línea que da cuenta de nuestra investigación. Contiene las imágenes de las piezas exhibidas y los textos que acompañan a cada una en la sala. Decidimos escribir un breve texto para cada escultura, donde compartimos pistas de aproximación para quien no conoce a Gerstein, y también para profundizar sobre aspectos ya conocidos. El acceso a la información es fundamental para la vitalidad de las obras. Las piezas viven no solo cuando se muestran, sino cuando se las interroga e interpela, cuando sus sentidos circulan y siguen generando preguntas y, por lo tanto, fascinación.
Sobre Noemí Gerstein (FNA)
Interesada por la escultura desde la adolescencia, Noemí Gerstein (Buenos Aires, 1908-1996) realizó sus primeras clases de escultura en el Club Argentino de Mujeres. En 1934, mientras trabajaba como profesora de ciencias físicas y naturales, asistió a los cursos de Alfredo Bigatti. Desde entonces, envió distintas obras y recibió premios en numerosos salones. En 1948 realizó su primera exposición individual en la Galería Peuser.
Fue determinante su formación en París con Ossip Zadkine (1950-1951), con quien aprendió que todo sirve para hacer escultura. Su producción pasó de la figuración a la abstracción. Invitada por Jorge Romero Brest, en 1953 participó del Concurso internacional para erigir un monumento al prisionero político desconocido con una pieza que se expone en la Tate Gallery de Londres. Una maqueta se presentó en esta exposición; y otra, en el Museo Judío de Jerusalén.
A fines de los cincuenta reemplazó la fundición por la soldadura eléctrica y ensambló piezas metálicas de acabado fabril. Fue premiada en el Concurso de Escultura Di Tella de 1962 y realizó murales para espacios públicos y privados. Participó tres veces de la Bienal de Venecia e integró la muestra inaugural del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires en 1960. En los años setenta participó de la Bienal Internacional de Escultura de Middelheim, Bélgica: donó una obra al Museo de la Solidaridad Salvador Allende en 1972, y se convirtió en la primera mujer académica de número de la Academia Nacional de Bellas Artes en 1975.
En los años ochenta recibió importantes distinciones, como el Premio de Platino de la Fundación Konex, el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes (ambos en 1982) y, en 1990, el Premio a la Trayectoria de la sección argentina de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Presente en colecciones de museos argentinos e internacionales, su obra traza un mapa global que permite reconstruir el inmenso reconocimiento que tuvo.
La exhibición “Una artista experimental. Noemí Gerstein en el FNA” puede visitarse hasta el viernes 18 de octubre, en la Casa Victoria Ocampo (Rufino de Elizalde 2831, CABA), de lunes a viernes de 11 a 18 h, con entrada libre y gratuita.
Fotos: María Della Bella (Fondo Nacional de las Artes).