Presidencia de la Nación

Nacimiento de Manuel Belgrano (3 de junio de 1770)

Por el general de brigada (R) VGM Carlos María Marturet*.


"(…) Un puro y ardiente patriotismo era como el espíritu que animaba todas sus acciones. Todos sus trabajos, todas sus miras, sus facultades, eran consagradas al servicio de la Patria sin ambición, sin aspiraciones, sin interés personal. Como abstraído de toda otra relación, y de todo objeto particular, obrando, escribiendo, hablando, no se ocupaba sino del bien de su Patria de un modo siempre fervoroso y moviente (…)"

Doctor Manuel Antonio Castro, A la memoria del Brigadier General don Manuel Belgrano. Fragmento de la alocución pronunciada con ocasión de sus funerales en 1821.


Vivienda de la Familia Belgrano Peri - González Casero. Fotografía histórica del solar donde nació y falleció el general Manuel Belgrano, antes de su demolición en el año 1909. Se erigía en la calle de Santo Domingo, sobre las actuales avenida Belgrano, y las calles Defensa y Bolívar en CABA. (Gentileza del Archivo General de la Nación).

Nacimiento

Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770, ciudad que sería, seis años después, capital del virreinato del Rio de la Plata.

Certificación de la Fe de Bautismo


Certificación de la Fe de Bautismo de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, expedida por el doctor don Juan Cayetano Fernández de Agüero, Cura Rector de la Catedral. Este documento fue solicitado por su padre, don Domingo Belgrano Pérez el 27 de junio de 1786, como parte de los documentos necesarios para viajar a España e inscribirse en la Universidad de Salamanca.

“(…) El doctor don Juan Cayetano Fernández de Agüero. Cura Rector más antiguo de la Santa Iglesia Catedral de la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa Maria de Buenos Aires, examinador, sinodal de este Obispado del Rio de la Plata, Comisario jubilado del Santo Oficio de la Inquisición, etc (…)”. ‘Certifico, en cuanto puedo, que en el Libro parroquial de bautismos de personas españolas, que empezó desde el año de 1769 y acabo en el de 1775, se halla al final de la página 43 y principio de la 44, la fe de bautismo de tenor siguiente: En 4 de junio de 1770, el señor doctor don Juan Baltasar Maciel, canónigo magistral de esa Santa Iglesia Catedral, Provisor y Vicario General de este Obispado, y Abogado de las Reales Audiencias del Perú y Chile, bautizó, puso óleo y crisma a Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús, que nació ayer 3 del corriente: es hijo legítimo de don Domingo Belgrano Pérez y de doña Josefa González; fue padrino Julián Gregorio de Espinosa, de que doy fe’.
“(…) Certificación de la Fe de Bautismo de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, expedida por el doctor don Juan Cayetano Fernández de Agüero, Cura Rector de la Catedral, 27 de junio de 1786 (…)”.

INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Certificación de la Fe de Bautismo de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, en Documentos para la Historia del General Manuel Belgrano, Tomo I, Tema III: Iniciación Militar de Belgrano, documento número 21, p. 67.

Breves comentarios sobre las cualidades del general Manuel Belgrano, realizado por amigos contemporáneos

José Celedonio Balbín, Mi amigo Belgrano.
Descripción de su perfil físico (en el momento de este retrato Manuel Belgrano tendría unos 46 años de edad)

“(…) El general era de regular estatura, pelo rubio, cara y nariz fina, color muy blanco, algo rosado, sin barba, tenía una fístula debajo de un ojo (que no lo desfiguraba porque era casi imperceptible), su cara era más bien de alemán que de porteño, no se le podía acompañar por la calle porque su andar era casi corriendo, no dormía más que tres a cuatro horas, montando a caballo a medianoche que salía de ronda a observar el ejército, acompañado solamente de un ordenanza (…)”.

Sociabilidad

“(…) El general Belgrano era un hombre de talento cultivado, de maneras finas y elegantes; gustaba mucho del trato de las señoras. Un día me dijo que algo de lo que sabía lo había aprendido en la sociedad con ellas. Otro día me dice: ‘Me lleno de placer cuando voy de visita a una casa y encuentro en el estrado en sociedad con las señoras a los oficiales de mi ejército; en el trato con ellas los hombres se acostumbran a modales finos y agradables, se hacen amables y sensibles, en fin, el hombre que gusta de la sociedad de ellas nunca puede ser un malvado’ (…)”.

Presencia y decoro

“(…) Se presentaba aseado como lo había conocido yo siempre, con una levita de paño azul con alamares de seda negra que se usaba entonces, su espada y gorra militar de paño. Su caballo no tenía más lujo que un gran mandil de paño azul sin galón alguno, que cubría la silla, y que estaba yo cansado de verlo usar en Buenos Aires a todos los jefes de caballería. Todo el lujo que llevó al ejército fue una volanta inglesa de dos ruedas que él manejaba, con un caballo y en la que paseaba algunas mañanas acompañado de su segundo el general Cruz; esto llamaba la atención porque era la primera vez que se veía en Tucumán (…)”.

“(…) En los días clásicos que vestía uniforme se presentaba con un sombrero ribeteado con un rico galón de oro que le había regalado [el hoy general] don Tomás Iriarte cuando se pasó del ejército enemigo (…)”.

Austeridad, disciplina y abnegación

“(…) La casa que habitaba y que el general mandó edificar en la Ciudadela [Tucumán] era de techo de paja, sus muebles se reducían a doce sillas de paja ordinaria, dos bancos de madera, una mesa ordinaria, un catre pequeño de campaña con delgado colchón que siempre estaba doblado; y la prueba de que su equipaje era muy modesto, fue que al año de haber llegado me hizo presente se hallaba sin camisas, y me pidió le hiciese traer de Buenos Aires dos piezas irlanda de hilo, lo que efectué (…)”.

“(…) Se hallaba siempre en la mayor escasez, así es que muchas veces me mandó pedir cien o doscientos pesos para comer. Lo he visto tres o cuatro veces en diferentes épocas con las botas remendadas, y no se parecía en esto a un elegante de París o Londres. El ejército que mandaba - también -, estaba regularmente vestido, y era mal pagado (…)”.

“(…) A pesar de esto, el ejército estaba bajo una disciplina severa, y todas las tardes tenía ejercicio general, al que iba muchas veces sin haber comido, pues como el general no tenía dinero para pagar la carne, costaba mucho el conseguirla, así es que para remediar algo estas miserias ordenó el general que cada regimiento formase una chacra y sembrase su verdura. Como los soldados pasaban algunas veces hasta día y medio sin comer carne, he visto en los ejercicios diarios con un sol quemante como el de Tucumán caerse algunos soldados de debilidad, hasta el grado de mandar al hospital de sesenta a ochenta en menos de ocho días. He presenciado dos tardes que los soldados no habían comido, se hallaban cansados y sofocados por el sol, y habiendo visto el general pasar a una gran distancia unas carretas con sandías, mandó un ayudante a hacerlas venir, ordenó formar pabellones, y se las hizo repartir a toda la tropa dando orden para que el comisario pagase a los dueños (…)”.

“(…) Era tal la abnegación con que este hombre extraordinario se entregó a la libertad de su patria, que no tenía un momento de reposo, nunca buscaba su comodidad, con el mismo placer se acostaba en el suelo o sobre un banco, que en la mullida cama (…)”.

Integridad

“(…) El general era muy honrado, desinteresado, recto, perseguía el juego y el robo en su ejército, no permitía que se le robase un solo peso al Estado, ni que se le vendiese más caro que a otros. Cuando necesitaba paños lencería o alguna otra cosa para el ejército, me llamaba y decía, amigo Balbín necesito tal cantidad de efectos, tráigame las muestras y el último precio, en la inteligencia que igual precio igual calidad usted es preferido a todos, pero igual calidad un centavo menos cualquier otro, después de esto llamaba a los demás comerciantes (…)”.

“(…) Conversando yo un día sobre el general [Belgrano], con el señor don Valentín Gómez, me dijo este señor, si el general Belgrano no hubiese muerto habríamos tenido otro Washington en la República Argentina. El señor Gómez era voto irrecusable, porque nunca había tenido amistad con el general, había adquirido noticias y registrado muchos escritos para hacer la oración fúnebre que dijo en los suntuosos funerales que el año 21 le mandó hacer el señor Rivadavia, amigo íntimo del finado (…)”.

Honrar las deudas más allá del sepulcro

El comerciante José Celedonio Balbín (no se tienen mayores referencias biográficas de este interesante personaje), conoció a Belgrano en Tucumán y lo acompaño durante su segundo comando al frente del Ejército Auxiliador del Perú (1816-1819). Estableció una sentida amistad con el Prócer, fue proveedor de su ejército, y hasta en muchas oportunidades cubrió sus necesidades personales con su propio dinero. En esta carta enviada a Mitre, el propio Balbín nos refiere el desasosiego de Belgrano por no poder devolver el apoyo económico prestado por su amigo:

“(…) Al día siguiente de mi llegada a Buenos Aires [1820] pasé a visitar al general Belgrano a quien encontré sentado en una silla poltrona en un estado lamentable, después de un momento de conversación, me dice: ‘es cruel mi situación pues me impide montar a caballo para tomar parte en la defensa de Buenos Aires contra López el de Santa Fe que se prepara a invadir esta ciudad’, luego siguió diciendo:, ‘amigo Balbín me hallo muy malo duraré pocos días, espero la muerte sin temor, pero llevo un gran sentimiento al sepulcro’, le pregunté: ¿Cuál es, señor general? y me contesta: ‘muero tan pobre que no tengo cómo pagarle el dinero que usted me tiene prestado, pero no lo perderá usted. El gobierno me debe algunos miles de pesos de mis sueldos, luego que el país se tranquilice le pagará a mi albacea, el que queda encargado de satisfacer a usted con el primer dinero que perciba’. Como un año después de su fallecimiento fui pagado (…)”

Manuel Antonio Castro, Cualidades del general Belgrano.

“(…) Yo observé en el general Belgrano tres cualidades que principalmente formaban su mérito: patriotismo absolutamente desinteresado, contracción al trabajo, y constancia en las adversidades. En prueba de lo primero, citaré los hechos siguientes: en todo el tiempo que permaneció el ejército estacionado en Tucumán, que fue el de cuatro años, destinó sus sueldos sobrantes al socorro de las necesidades del mismo ejército, desterrando de su persona y casa todo lujo, y aun las comodidades más naturales y necesarias. Su diario vestido era una levita de paño azul. Su casita construida en la ciudadela, a la manera del campo, era una choza blanqueada. Sus adornos consistían en unos escaños de madera hechos en Tucumán, una mesa de comer, su catre de campaña y sus libros militares. Comí con él varias veces. Tres platos cubrían su mesa, que era concurrida de sus ayudantes y capellán (…)”.

“(…) Se había consagrado tanto al servicio de la patria, que no era fácil saber cuáles eran las horas de su descanso. Yo lo observé en Tucumán el año de 1816 ocupar todo el día en la atención del ejército, y continuos ejercicios doctrinales, salir de noche a rondar hasta las doce de la noche, o más tarde, retirarse de mi posada a esas horas, e irse a escribir sus multiplicadas correspondencias que despachaba de su puño, y mantenía con todos los gobiernos, con todos los pueblos y con toda clase de gentes en favor de la causa de la patria (…)”.


Retrato digital de Manuel Belgrano, obra presentada en Rosario (Santa Fe), en junio de 2020, en el marco del “Año del General Manuel Belgrano”. Autor: Diseñador gráfico publicitario Ramiro Ghigliazza

En palabras del propio artista, el objetivo de esta obra fue: “Humanizar el rostro de los próceres”, porque “las miradas, son un reflejo de la historia de cada persona”, ellas son “una puerta hacia la vida de las personas”. En esta imagen, Ramiro Ghigliazza exhibe a Manuel Belgrano vistiendo ropas de ciudadano civil, luciendo en la solapa izquierda de su abrigo, el primer diseño de la Escarapela Nacional (del que fue su inspirador y promotor), y con el detalle de portar, sobre su hombro derecho, la bandera creada por él en las costas del Paraná, con lo que el artista quiso representar la decisión de Belgrano de: “haberse puesto la Patria al hombro”

*El general de brigada (R) VGM Carlos María Marturet es Licenciado en Estrategia y Organización, miembro de número y secretario académico del Instituto Nacional Belgraniano y miembro de número del Instituto Argentino de Historia Militar.

Créditos: Instituto Nacional Belgraniano
Scroll hacia arriba