Presidencia de la Nación

La Chaya une al pueblo riojano


Se llevó a cabo del 1 al 28 de febrero en Chilecito. Hubo comparsas, disfraces y música de carnaval.

Nace febrero y en La Rioja desaparecen las barreras, las clases sociales, las edades y los géneros: nadie puede estar ajeno a la máxima celebración que vive este pueblo una vez al año: la “La Chaya”, el carnaval ancestral que logra reunir a multitudes que acuden en busca de música, harina y albahaca.

Pero también existen varias fiestas satélites a la principal que se realiza en la ciudad capital. Chilecito es una de ellas y con los años va ganando adeptos y popularidad.

Nuestro programa brindó apoyo a esta nueva edición, que se llevó a cabo del 1 al 28 de febrero, contemplando los corsos barriales - del 5 al 10 de febrero- y los topamientos -entre el 4 y el 11-. Durante las celebraciones, hubo desfile de carrozas, comparsas, disfraces y elección de la reina del Carnaval.



Una celebración legendaria

Cuenta la leyenda que Chaya era una muy bella jovencita india, que se enamoró perdidamente del Pujllay, joven alegre, pícaro y mujeriego que ignoró los requerimientos amorosos de la hermosa indiecita. Fue así como ella, al no ser debidamente correspondida, se internó en el monte a llorar sus penas y desventuras amorosas, desapareciendo en él para siempre. Desde entonces, suele retornar anualmente, hacia mediado del verano, del brazo de la Diosa Luna (Quilla), en forma de rocío o fina lluvia.

En tanto Pujllay, sabiéndose culpable de la desaparición de la joven india, sintió remordimiento y procedió a buscarla por todo el monte infructuosamente.

Tiempo después, enterado el joven del regreso de la joven a la tribu con la luna de febrero, volvió también al lugar para continuar la búsqueda. Pero fue inútil. Allí, la gente festejaba la anhelada cosecha y lo recibía con muecas de alegría; él, por su parte, entre la algarabía de los circunstantes, prosiguió la búsqueda y la indagación con profunda desesperación y resultados siempre negativos. Por ello, derrotado, terminó ahogando en chicha su soledad y su pasada fama de Don Juan. Hasta que estuvo muy ebrio, cayó en un fogón y murió quemado.

Desde ese entonces, "Chaya" viene en febrero año a año a apagar el fuego de "Pujllay". Y cada año aparece el Pujllay, que muere al terminar el festejo, razón por la cual se lo entierra hasta el año que viene.

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