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La artillería de 155 mm en los últimos combates

Los cañones de 155 mm se destacaron por su potencia, eficiencia y versatilidad


Con más de 10 metros de longitud y de 8 toneladas de peso, los cañones de 155 mm L33, Modelo 77, tenían a la vista una imagen amenazante. El alcance de 20 kilómetros y los 43 kg de peso del proyectil, más la eficiencia de los hombres del servicio de pieza, lo convirtieron en un objetivo a batir para la aviación y la artillería británica. Era un arma de reciente disposición en el Ejército Argentino y tuvo un valor altísimo para el apoyo a las tropas de infantería de primera línea.

A mediados de mayo llegaron a las Malvinas los dos primeros cañones calibre 155 mm, provenían del Grupo de Artillería 101 y fueron destinados a reforzar al Grupo de Artillería 3. Fueron ubicados al sur Puerto Argentino, a 150 metros uno de otro, orientados hacia el mar para hostigar buques ingleses y obligarlos a alejarse de la costa, buscando restarle alcance a la artillería naval para hostigar las propias posiciones. El personal que los operaba eran 2 oficiales, 3 suboficiales y 21 soldados.

El terreno complicó la puesta en posición de las piezas por su poca consistencia y fueron necesarios importantes trabajos de preparación para poder apostarlos adecuadamente. Tuvieron su bautismo de fuego en la madrugada del 15 de mayo, alejando a una embarcación británica que se había colocado a 18 km de la costa para batir posiciones argentinas. El destructor viró abruptamente sobre las aguas y se alejó a toda velocidad. Los artilleros del servicio de pieza recuerdan los gritos con que celebraron ese momento.

La aparición en el terreno de la artillería de 155 mm, obligó a los buques británicos a tomar otros recaudos, ya que a partir de la llegada de los mismos, por su mayor alcance, no podrían hostigar a nuestras tropas con su artillería lejos del fuego de los cañones propios, como venían haciéndolo desde el 1ro de mayo.

Ya en los primeros días de junio, cuando comenzaban los combates terrestres, los cañones cambiaron su dirección principal y comenzaron a apoyar las posiciones argentinas que defendían las alturas que dominaban los accesos a Puerto Argentino.

Entre el 8 y el 12 de junio fueron apoyados los combates en los montes Kent, Wall, Longdon, Dos Hermanas y Harriet, dificultando considerablemente el avance enemigo.

Siendo un objetivo permanente de la aviación enemiga, el 12 de junio dos Harrier GR.3 del Escuadrón 899 ejecutaron un ataque sobre sus posiciones para destruirlos. Las bombas racimo lanzadas por los aviones hirieron a un suboficial y cinco soldados, y destruyeron las ruedas de uno de los cañones que igualmente pudo seguir ejecutando fuego. Uno de los aviones fue inutilizado por el fuego de armas livianas reunido y no voló por el resto de la contienda. En este ataque muere el perro “Tom” valioso compañero de los artilleros, que había sido llevado desde el continente.

El 13 de junio, en una heroica acción de nuestra Fuerza Aérea Argentina, un avión Hércules C 130 deja en el aeropuerto de Puerto Argentino 2 cañones SOFMA de 155 mm, perteneciente al Grupo de Artillería 121, con asiento en la localidad de La Paz, provincia de Entre Ríos. Fueron recibidos en proximidades de la pista del Aeropuerto de Puerto Argentino con un intenso Fuego de Artillería de Defensa Aérea y de armas portátiles del enemigo.

Solamente uno de los dos cañones se sumó a ejecutar un intenso fuego de artillería hacia el Monte Dos Hermanas sobre el avance de la infantería y las posiciones de la artillería, de acuerdo a las órdenes del Centro de Dirección de Tiro. El otro cañón no pudo ser transportado debido a las limitaciones que imponía la situación de combate reinante.

En la noche del 13 de junio no solamente ejecutaron fuego sobre el enemigo terrestre sino que también tuvieron que virar algunas piezas para ejecutar fuego sobre las fragatas misilísticas Inglesas que se acercaban a la isla desde tres posiciones diferentes, amparadas por la oscuridad, a bombardear las posiciones defensivas argentinas con un intenso fuego. Nuevamente el fuego de los 155 obligó a alejarse a las embarcaciones.

“El frío helado no disminuía pero se soportaba ampliamente con el fragor del combate, el intenso olor a pólvora, el deseo permanente de continuar tirando, apoyando a nuestras tropas que estaban en la primera línea y que pedían insistentemente de día y de noche, apoyo de fuego. El barro, la humedad, la oscuridad de la noche, el apetito, la sed, el frío, el sueño, el miedo y otras adversidades no tuvieron cabida en mis soldados. Aún durante, el intercambio de fuego con la artillería de campaña enemiga, que no cesaba de tirar (desde tres posiciones diferentes) hacia nuestro cañón calibre 155 MM” relata un oficial que se encontraba a cargo de una de estas piezas.

En menos de 24 horas de combate, la última pieza que llegó como refuerzo efectuó más de 240 disparos, brindando apoyo de fuego hasta, aproximadamente las 1200 horas del día 14 de junio cuando se ordenó, el "cese del fuego".

Estos tres cañones de 155 mm consumieron toda la munición de 155 disponible y fueron una verdadera pesadilla para el enemigo, alejando a las fragatas, ocasionando serias bajas en la infantería británica y ejecutando un eficaz fuego de contra su artillería en apoyo.

A veces no hay mayor elogio para una tropa que la ponderación que sobre ella hace el enemigo. Los testigos de los combates recuerdan admirados su eficiencia y su poder destructivo. Sobre ellos dijo el corresponsal de guerra Lawrence Charles, del “The Daily Telegraph”: “Las tropas inglesas enfrentaron a una dura artillería de 155mm, que dejó tirados a heridos y muertos pertenecientes a las unidades de asalto”.

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