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Homenaje a la escritora argentina Elsa Bornemann en el Centro Cultural Kirchner

Elsa Bornemann nació el 20 de febrero de 1952 en el barrio de Parque Patricios de la ciudad de Buenos Aires. A 70 años de su nacimiento, el Centro Cultural Kirchner celebra y recuerda a una de las escritoras más importantes de la Literatura infantil y Juvenil de Latinoamérica con una programación especial y un texto de Chiqui González.


El piso del Centro Cultural Kirchner dedicado a las infancias se llena de talleres y actividades espontáneas en torno a la obra de la gran autora infantil Elsa Bornemann, para celebrarla, recordarla y también descubrirla. El homenaje se enmarca en Dicho y Hecho, espacio que durante todo el verano ofrece programación literaria para los más chiquitos de la mano de Cecilia Maneiro y el Laboratorio de investigación sonora: E.S.C.U.C.H.A., curado por Sebastián Rey.

Las actividades programadas proponen un acercamiento a algunos de los relatos más recordados de la escritora, incentivando la reflexión y el interés por la literatura: para ser más libres como el Elefante Víctor, para sumar colores a la ciudad gris como hizo el Ratón García, o para desarmar estereotipos como los Queridos monstruos.

Por su parte la abogada, artista, escritora, gestora cultural y exministra de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, Chiqui González, brindará un relato poético sobre la vida de Bornemann centrado en su obra.


La escritora será homenajeada en el día de su cumpleaños, el domingo 20 de febrero, en el Centro Cultural Kirchner.

Agenda de actividades - Domingo 20 de febrero

De colores, de todos los colores
14 a 15:30 h / 18 a 20 h - Sala 306
Actividad de participación espontánea

Así tan fácil como parece, pero nuestra historia nos recuerda que hubo momentos donde el gris se coló sin preámbulos ni permisos. Reflexiones, historias y la maravilla de lo diverso. De colores, de todos los colores.

Elefantes que abren mundos
16 h - Sala 306
Taller

Elefantes que inspiran, que son valientes, que se animan a “pensar en elefante”. Un taller inspirado en el cuento “Un elefante ocupa mucho espacio”.

Monstruosamente
14 a 15:30 h / 18 a 20 h - Sala 306
Actividad de participación espontánea

¿Qué es un monstruo?
¿Los monstruos siempre son feos?
¿Un monstruo se puede enamorar?
¿Dónde viven los monstruos?
¿Hay muchos tipos de monstruos?
¿Cómo podemos disfrazarnos de monstruos?
¿Hay monstruos y monstruas?
Los monstruos no siempre son como nos lo cuentan y esta es una invitación a crearlos a medida.

Laboratorio de escucha: ¡Socorro! Historias terroríficas al oído
16:30 h - Sala 303
Taller

Los tentaculares de la sala ayudan a compartir algunos de los cuentos de Elsa Bornemann.

Elsa Bornemann: el poema de vivir en libertad
Por Chiqui González

Elsa Bornemann nació el 20 de febrero de 1952, en Parque Patricios, Buenos Aires. Fue la menor de tres hermanas: Hilda, Margarita y ella, por eso le decían Elsy. Hija del alemán Wilhelm Karl Bornemann, que vino a la Argentina a construir relojes gigantes y campanarios, y de la gallega-portuguesa Blanca Nieves Fernández. Es como decir que Elsa fue la hija de Blancanieves y el relojero constructor de grandes campanas. La vida de la niña venía anunciada como cuento. Se casó con un pretendiente japonés, Nabuyuki Adachi, viudo y con dos hijos, que ella crío. Terminó sus días en Buenos Aires, a los 61 años, dejando una obra de literatura infantil y juvenil impresionante, entregándoles a sus lectores de varias generaciones, cuentos y poemas dedicados a la libertad, al amor y al miedo, que construyeron sus vidas, acompañaron sus sentimientos e inauguraron géneros literarios que no habían sido introducidos en la Argentina.

Era una chica de los 70. Se puso minifalda y se dispuso a trabajar el lenguaje y la imaginación para romper tabúes y acompañar a las chicas y chicos, en su mudez, soledad, miedos y mandatos. De hecho, fue la primera escritora destacada que se dedicó a la pubertad y reparó en las infancias y adolescencias hasta los sub-14. Compruebo cada día que la generación de lxs que hoy están en su tercera y cuarta década, guardan celosamente El libro de los chicos enamorados, No somos irrompibles, Socorro o Queridos monstruos, entre otros, como un tesoro lleno de recuerdos, cartitas de amor en la escuela y terrores exhumados en cuentos sinceros del género.

Escribió poemas para declaraciones de amor, amores rotos, resfriados, congelados y ausentes; inventando países, islas, ríos del amor adolescente que nos marcaron toda la vida: “No conocí el paisito de donde vos venías, lo busqué en cada mapa pero no aparecía”.

Esos poemas y cuentos de amor iluminaron a nuestrxs hijxs y nos demostraron la magnitud del amor que estaban sintiendo. Ese amor es un reconocimiento de libertad, un fortalecimiento de la autoestima de los y las adolescentes y una nueva manera de ser mirados por sus padres y madres cuando crecen y se independizan, con el derecho a su propia autonomía.

Otra operación política y poética de Elsa Bornemann, tal vez la más renombrada, es la que introdujo a las infancias en su escondido y no compartido temor, haciendo que lo expresen, poniéndole caras e historias a sus miedos, dándoles forma para acompañar a las niñeces en su viaje de crecer. Por todo lo dicho, Elsa Bornemann se convirtió en la introductora del cuento de terror en el país, trabajando el género, la voz omnipresente, la mirada del testigo, el final inesperado y así: abuelas malvadas que aborrecen a sus nietxs, manos que agarran niñxs en la noche, niñxs desaparecidos, cuadros que cobran vida son un ejemplo de que la ficción sana. No promueve pánicos ni inseguridad.

Socorro fue uno de los libros más vendidos en Latinoamérica. Introduce al robot Jarpo que convertía su brazo electrónico en cuchara para atrapar niños y niñas y tantos motivos visuales para no poder dormir de noche. Este tratamiento del terror NO convertía a los niños y las niñas en consumidores de miedo, sino en consumadores de una nueva libertad para reconocer realidad y ficción y procurar curar sus heridas.

Elsa Bornemann siguió el camino de María Elena Walsh, Violeta Parra, Oliverio Girondo y tantos otros desafiando al significado, inventando lenguajes. La palabra como juguete, el absurdo y el disparate se pavonean en su literatura; los lenguajes inventados, los mensajes cifrados y el habla al vesre viven en sus entregas.

Su libro Un elefante ocupa mucho espacio, editado en 1975, le hizo comprender a la joven literata de 23 años el rigor de la dictadura de Videla y, mientras la premiaban en Austria con la Franja de Honor del prestigioso Premio Han Cristian Andersen y ella recogía el reconocimiento en la Feria del Libro de Atenas, en Buenos Aires se estaba redactando el decreto 3155 de la junta militar prohibiendo el libro por adoctrinar en la subversión a mentes jóvenes y otros argumentos infames esperables. Víctor, el elefante que había realizado huelga y toma de circo, o el gato acaparasol que vendía barriles de luz en la noche del baldío, tuvieron que volver al cuento y esperar una etapa de liberación, junto con varios cuentos de otros autores.

La autora no deja mito en pie en El niño envuelto, ni coliflor ni cigüeña que viene de París. Es la sexualidad jugada en los años 80, cuando ya estábamos reclamando por la ESI. Dado que es muy difícil criar a lxs adultxs, hay que cuidar el cuerpo en flor de “lxs nuevxs” y hay que decirles la verdad en su tiempo y modo. La verdad te libera, como ocurrirá años más tarde en Los desmaravilladores. Elsa usa una metáfora fundante para los que arruinan desde el Poder la maravilla de vivir, para los que no dan la palabra a lxs niñxs, para los que gobiernan Sudaquia, con secuestros de bebés, desarrollando su cuento sobre la restitución de una hija de desaparecidos a su familia biológica; el cuento que desató controversias enormes y termina así en la voz de su protagonista: “En los arrabales de mi mirada podrán ver a la niña que fui, acurrucada sobre el miedo y la que soy, con la libertad de ser libre. La nueva niña que voy dando a luz”.

No somos irrompibles, libro mágico y señero de Elsa Bornemann, nos recuerda que, como los cristales, la madera, las telas, no somos irrompibles. Se nos rompe el cuerpo, el corazón y la esperanza.

De su experiencia japonesa, la narradora nos dejó el cuento Mil Grullas, una historia de amor entre dos adolescentes enamorados, separados por la explosión nuclear que pliegan mil grullas para mantener la intensidad de sus sentimientos. La historia se convirtió en una proclama contra la guerra, y en muchas ciudades argentinas la población hace miles de grullas para reclamar por una vida sin armamento nuclear, cuando se cumplen fechas que recuerdan los acontecimientos citados.

Elsa Bornemann murió en mayo de 2013. Había anticipado en su libro Disparatario en 1983:

No me visites en mayo
pues te quedarás de pie.
¡Qué cosa extraña sucede!
No puedo saber por qué.

Abanderada de la literatura infantil y juvenil

En el verano de 1952, en el barrio porteño de Parque Patricios, nació la hija menor de los Bornemann, Elsa Isabel. Blanca Nieves Fernández era su madre, de familia española y portuguesa. Wilhelm Karl Henri Bornemann, relojero alemán, su padre. Sus hermanas mayores, Hilda y Margarita.

"Mamá y papá leían mucho. Mi mamá tenía los libros que no se podían leer forrados de blanco y cada vez que me quedaba sola, me iba corriendo a buscarlos. Así leí el Libro del matrimonio perfecto, Ana Karenina. Andá a saber lo que yo entendía".

"Yo siempre escribí. En la escuela me preguntaban quién me había escrito la composición. Yo decía: 'No, la escribí yo'. Me mandaron a escribir sola a la dirección y se convencieron. En el secundario se dieron cuenta antes, porque yo me ponía a leer algún libro. Venía la profesora y decía: '¿Qué está leyendo? ¡Cortázar! No se puede, no está recomendado'".


Elsa Bornemann.

Elsa se recibió de maestra en la Escuela Normal Superior N° 11 Dr. Ricardo Levene, de Parque Patricios, de profesora en Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y aprobó el Seminario de Post-Grado para obtener el Doctorado en Letras. Ejerció la docencia en todos los niveles. Se especializó en Literatura Infantil y Juvenil en nuestro país, América Latina, Europa y Asia.

Su prolífica obra

Su carrera como escritora comenzó en 1971 con Tinke-tinke versicuentos, publicado a sus dieciocho años pero escrito a los catorce. Luego vendría Un elefante ocupa mucho espacio (1975), El espejo distraído y Cuadernos de un delfín, en 1976, El libro de los chicos enamorados y Cuentos a salto de canguro, en 1977. Dos años más tarde, El último mago o Bilembambudín.

En 1976, Un elefante ocupa mucho espacio fue elegido para integrar la Lista de Honor del Premio Internacional "Hans Christian Andersen", otorgado por International Board on Books for Young People, con sede en Suiza. En 1977 este libro fue prohibido en nuestro país por relatar una huelga de animales. Bornemann recordaría años más tarde:

"La recomendación de la prohibición vino de parte de mujeres argentinas, escritoras. Lo supe cuando subió Alfonsín, cuando tuve el sumario gracias al director de la Cámara del Libro. Pero durante 30 años, los únicos problemas con mis libros los tuve por adultas y adultos. Nunca por los chicos", en entrevista con Leila Guerriero, La Nación, 24/09/2000.


"El niño envuelto", uno de sus clásicos.

"A lo largo de seis meses no pude escribir. Superado ese lapso, compuse la nouvelle titulada Bilembambudín o El último mago, publicada por Editorial Fausto y a partir de ahí continué con la escritura, contra viento y marea.

Pero la prohibición afectó particularmente mi relación con la existencia. En especial, debido a la gran cantidad de personas que decían apreciarme, quererme y que se borraron por completo a causa del decreto militar. Por extensión arbitraria del mismo tuve vedado el acceso a todo establecimiento de educación pública (de cualquier lugar de la Argentina y de cualquier nivel) hasta que terminó la dictadura", Imaginaria, 4/04/2001.

Entre 1976 y 1977, Bornemann estuvo a cargo de la selección literaria y la dirección de dos antologías: Estudio y antología de la poesía infantil, con 366 poemas de autores de toda Iberoamérica, una selección de juegos, adivinanzas, trabalenguas y coplas de la tradición oral. También realizó la Antología del cuento infantil, compuesta por cincuenta relatos de autores de todo el mundo, en muchos casos traducidos por ella misma.

Durante esos años, Bornemann dirigió la colección Pétalos de la Editorial Latina, que se proponía difundir buena poesía para chicos, aunque el autor no la hubiera escrito expresamente para ellos. Se trataba de libros en formato pequeño, que contenían una selección de diez poemas del autor con imágenes alusivas al texto. Para dicha tarea convocó a los artistas plásticos Alba Ponce y Guido Bruveris.

Bornemann seleccionó, entre otros, a María Elena Walsh, Fryda Schultz de Mantovani, María Hortensia Lacau, Pedro J. Vignale, Rafael Alberti, Federico García Lorca y José Sebastián Tallón. En 1981, publicó El niño envuelto y No somos irrompibles. Su cuento Mil grullas fue incluido en el Plan Nacional de Lectura de 2011.

Le siguieron libros como** Disparatario, Nada de tucanes, Lisa de los paraguas, Los grendelines y Puro ojos, entre otros.**


Docente y escritora infantil de varias generaciones de niños y adolescentes, recibió reconocimiento internacional con sus cuentos de terror, sus novelas y poesías.

Su acercamiento a la literatura juvenil llegaría en la década del '90 con Socorro, doce cuentos para caerse de miedo (1988), que es, probablemente, su obra más popular. Llegarían también La edad del pavo, Queridos monstruos, No hagan olas, Socorro diez. Por último, Sol de noche y Amorcitos sub-14, ya entrados los 2000.

"La literatura infantil es muchas veces vista como literatura de segunda. A mí el interlocutor adulto no me interesa tanto como los chicos. Me gusta ser de los primeros escalones. Que les pase a los chicos como me pasó a mí con muchos autores, que gracias a ellos seguí leyendo".

Junto a Laura Devetach, Ema Wolf, Graciela Montes, Graciela Cabal y Gustavo Roldán fue parte del panorama literario infantil y juvenil de varias generaciones.

Fuentes: Sitio oficial Elsa Bornemann, La Nación, Chicos y Papás, Elsa Bornemann Ilustrada, Revista Imaginaria, Educar: Elsa Bornemann (1952-2013): la escritora que les hablaba a los chicos, Mónika Kilbanski.

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