Presidencia de la Nación

El programa Huellas de Esperanzas termina el año con la entrega de dos perros de compañía

Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de sus beneficiarios, se conjugan la dedicación de veterinarios, adiestradores y privados de la libertad.


La iniciativa nació hace casi treinta años cuando la hermana Pauline Quinn, una monja estadounidense de la orden dominicana, creó el primer programa de adiestramiento en prisiones -Dog Prison Program- en Washington, Estados Unidos. Se expandió a distintos establecimientos penitenciarios del mundo y, en 2010, se instauró en el Servicio Penitenciario Federal, en el que privados de la libertad se capacitan y entrenan perros de servicio que posteriormente sirven de asistencia a personas con discapacidad.

En estas últimas semanas, fueron dos los mestizos que se unieron a sus nuevas familias bajo este programa que, en Argentina, se denomina “Huellas de Esperanza”.

El primero de los perros que se entregó fue Ciro, quien se sumó a la familia de Marta González, su marido Javier y su hijo Bruno. Ella sufrió un Accidente Cerebro Vascular que afectó sus capacidades motrices, cognitivas y comunicacionales. En la actualidad, se encuentra en rehabilitación y, en ese proceso, los profesionales fueron determinantes para sumar, a su recuperación, un perro de compañía que mejore su calidad de vida.

Jack, un mestizo que el pasado 27 de noviembre se unió a la familia de Érica María Belén Vivot, es el último can en completar su periodo de preparación y empezar a brindar su acompañamiento. Fue entregado a esta docente de nivel inicial, quien tiene Síndrome de Usher tipo II, hipoacusia bilateral severa y disfunción visual.

Desde el inicio de Huellas de Esperanza en nuestro país, se brindaron diecisiete perros entrenados para asistencia, tres como perros de terapia, uno de soporte emocional y quince fueron preparados para ser de compañía. Entre ellos, dos se entregaron a casas de tercera edad y tres como canes educados para personas con discapacidad. En todos los casos, la entrega se realiza con la castración y el plan sanitario al día.

Es destacable que el adiestramiento de los canes lleva entre seis meses y dos años de trabajo, según se los prepare para ser de compañía o de asistencia, lo que dimensiona la labor llevada adelante tanto por las personas privadas de la libertad como por los adiestradores/docentes del programa.

Si querés recibir más información sobre cómo acceder a los beneficios de este programa, envía un correo electrónico a huellasdeesperanza31@spf.gob.ar.

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