Presidencia de la Nación

El impacto de las ciencias de la conducta: intervenciones sencillas y de bajo costo, pero con grandes resultados

Tres casos de aplicación concreta de las Ciencias del Comportamiento para el mejoramiento de políticas que ya estaban en marcha. Cómo puede ayudar esta disciplina para lograr mayor eficiencia y alcance de los programas de gobierno.


A partir del análisis de expertos sobre cómo optimizar la aplicación de medidas vigentes, tres experiencias exitosas basadas en una comunicación directa y específica direccionada a cada problemática, fueron reconocidas especialmente en el lanzamiento de la Unidad de Ciencias del Comportamiento y Políticas Públicas.

Una mayor concientización en el reciclado de residuos domiciliarios en Trelew; criterios más atinados en la prescripción de determinados medicamentos a cargo de médicos de cabecera del PAMI; y un notable aumento en el compromiso de los profesionales veterinarios privados al aplicar normas sanitarias y evitar la tuberculosis bovina en el SENASA, demostraron la real importancia del comportamiento humano al momento de diseñar políticas públicas.

En un control interno del PAMI se determinaron niveles muy altos de indicación de algunos medicamentos para el tratamiento de los trastornos cognitivos, que no contaban con suficiente evidencia médica. Luego de un profundo análisis, surgió un posible disparador para abordar la problemática: cuando se lanza un medicamento, suele estar acompañado de mucha literatura al respecto, con un alcance masivo. Sin embargo, cuando se demuestra su inefectividad, los estudios no trascienden de la misma manera.

De esta manera, se diseñó una estrategia con información precisa, sencilla, clara y actualizada, que se envió al 25% de los profesionales médicos de cabecera de la obra social que más prescribían una de las drogas no recomendadas para el tratamiento de trastornos cognitivos. Como resultado de esa intervención, los médicos que recibieron esos mensajes redujeron sus prescripciones un 11%, en comparación con el resto de los colegas que no recibieron los informes. Esto significó una reducción de cinco mil prescripciones durante los seis meses que duró el estudio y un ahorro estimado anual de 250 mil dólares. Para quienes estuvieron a cargo de la experiencia, la intervención demostró claramente que es posible mejorar las prácticas clínicas utilizando una intervención basada en las Ciencias del Comportamiento, sencilla y de bajo costo.


En la experiencia de Trelew, una de las ciudades más pobladas de la Patagonia argentina, las autoridades locales relevaron una baja tasa en la separación de residuos en origen, aun cuando en el municipio rige un sistema integral de gestión de residuos sólidos urbanos. Entonces, por iniciativa del gobierno local junto al Instituto de Desarrollo Alemán y el Banco Mundial, se buscó identificar las limitaciones de la población en aplicar ese aprovechamiento. Luego de entrevistas con los vecinos, se detectó que el desconocimiento de los horarios de la recolección de residuos secos y la falta de información sobre la correcta separación de los mismos, eran las principales barreras para cumplir con la medida.

Con una simple intervención (calendarios magnéticos, información precisa sobre maneras en el tratamiento y los beneficios de los resultados a nivel costos) se logró mejorar el sistema y aumentar en un 14% el correcto manejo de los residuos domiciliarios.


El Servicio Nacional de Sanidad (SENASA) también aplicó criterios del comportamiento humano para aumentar la adhesión de los productores al Plan Nacional de Control de Tuberculosis Bovina. Esta enfermedad animal provoca pérdidas por siete millones de dólares anuales y el desecho de 19 mil kilos de carne por día. Y, además, puede potencialmente convertirse en un problema de salud pública.

Para lograr el objetivo se hizo una exploración en el territorio, mediante entrevistas en profundidad con los actores involucrados. Con los resultados del relevamiento se estableció una estrategia que incluyó la distribución de información sobre la enfermedad, maneras de controlarla, impactos de la misma y también recordando las sanciones y multas vigentes en caso de no cumplimiento. Así se logró un cambio en el comportamiento de los veterinarios privados, que muchas veces se mostraban indiferentes con sus obligaciones sanitarias o directamente trataban de evadir las normas establecidas.

En poco tiempo, el mensaje de tono punitivo provocó un aumento del 5,6% de productores que comenzaron a trabajar de acuerdo a la normativa. Y en relación al mensaje informativo, el incremento fue del 1,5%. En este caso, fue la demostración de que con una intervención sencilla y con bajo costo, se pueden producir cambios en la forma de pensar la aplicación de las normas sanitarias.


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