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Despedimos a Delia Giovanola, entrañable Abuela de Plaza de Mayo

En 2015 pudo encontrar a su nieto Martín, nacido en cautiverio en el Pozo de Banfield. Hoy, a la edad de 96 años, falleció quien fuera una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.


Hoy a los 96 años falleció Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.

Nacida en 1926 en la ciudad de La Plata y vecina ilustre de San Martín, Delia era la última Abuela fundadora que aún vivía.

Maestra de profesión, en 1946 se casó con Jorge Narciso Ogando, su novio de siempre, con quien al año siguiente tuvieron a su hijo, Jorge Oscar Ogando. “Fue el hijo deseado, querido, compañero y amigo”, dijo alguna vez.

En 1963 Delia enviudó y para sumar un ingreso a su hogar comenzó a estudiar bibliotecología. Tras graduarse, en 1968 se casó con Pablo Califano y se mudó a Villa Ballester, partido de San Martín. Allí empezó a ejercer de bibliotecaria, a la par que ascendía a vicedirectora y luego a directora de escuela.

Por entonces, su hijo –que trabajaba en el Banco Provincia– se casó con Stella Maris Montesano, quien de niña había sido alumna particular de Delia y en 1971 se recibió de abogada. En junio de 1973 la pareja tuvo a su primera hija, Virginia. Ambos militaban en el PRT-ERP.


Delia Giovanola y el ministro Tristán Bauer plantando una especia autóctona en Tecnópolis.

En la madrugada del 16 de octubre de 1976, durante la última dictadura cívico militar, la pareja fue secuestrada en su casa de La Plata, Stella Maris embarazada de ocho meses, y la pequeña Virginia quedó en su cuna. Avisada Delia, fue a buscarla y se hizo cargo de ella, mientras buscaba desesperadamente a Jorge y Stella Maris.

Tiempo más tarde, por testimonios de sobrevivientes, pudo saberse que la pareja permaneció en el centro clandestino de detención “Pozo de Banfield”, donde Stella Maris dio a luz un niño el 5 de diciembre de 1976. El parto, “asistido” por médico genocida Jorge Antonio Bergés, fue en la cocina del lugar, ella esposada, los ojos vendados y arriba de una chapa. Dos días después fue despojada de su bebé, que fue vendido a un matrimonio, y llevada al “Pozo de Quilmes”.

En octubre de 1977, Delia formó parte del grupo fundador de Abuelas de Plaza de Mayo. Ese año se jubiló para dedicarse a la crianza de Virginia y a la búsqueda de “los chicos”, como les decía ella, que nunca pensó que sería de por vida.

“Cada vez que veía un chiquito lo seguía con la vista pensando ‘¿será mi nieto?’. Era muy dura la búsqueda”, recordó Delia en el testimonio que brindó hace poco más de un año en el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús.


Delia junto a su nieto Martín, nacido en cautiverio en el Pozo de Banfield.

Cuando Virginia cumplió 18 años, comenzó a buscar con su abuela. “Cuando empezó a trabajar en el Banco Provincia, para ocupar el puesto de su padre, Jorge figuraba como ‘cesante por abandono de cargo’ –evocó Delia–. Muy pronto, la entidad cambió el legajo de cesante a desaparición forzada y asumió como propia la búsqueda de Martín”. En 2011, lamentablemente, Virginia entró en una depresión de la que no pudo salir y se quitó la vida. Tenía 38 años.

Debieron pasar cuatro años más para que Delia pudiera encontrar a su nieto. Fue el 5 de noviembre de 2015. El primer contacto con él, que vive en el exterior, fue por teléfono: “¡Te encontré!”, le dijo Delia, y del otro lado, tras un silencio, Martín comenzó a hacerle preguntas, la empezó a llamar “abuela” y desde ese día mantuvieron una relación de abuela y nieto como si se conocieran de siempre.

Su historia estuvo marcada por la tragedia y también por el valor, la entrega,  el coraje, y el compromiso, como la de cada Madre y Abuela de Plaza de Mayo.

La historia de una foto

En el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur está exhibida a modo de gigantografía, una fotografía en blanco y negro que muestra a una Madre de Plaza de Mayo en la ronda habitual de los jueves, mirando a cámara y mostrando un cartel de puño y letra con la consigna “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”. La imagen recorrió el mundo y hoy constituye un hito iconográfico de la lucha la lucha por Memoria, Verdad y Justicia. La historia de esta fotografía tiene como protagonista a Delia Giovanola.

Uno de los tantos jueves de 1982, antes de partir rumbo a la plaza, Delia tuvo un “acto de rebeldía” y quiso contarle al mundo lo que estaba pasando en Argentina.


La foto que recorrió el mundo y que la tiene como protagonista a Delia. Fuente: Télam.

“Cuando estábamos en plena guerra de las Malvinas había muchos fotógrafos extranjeros que venían a documentar el conflicto y de paso se arrimaban a la Plaza de Mayo, pero era todo silencioso. Yo vivo en Ballester y para ir a la plaza tenía que hacer un largo recorrido. El jueves anterior al de la foto, cuando estábamos haciendo la ronda veo que había muchos fotógrafos extranjeros, ellos sacaban fotos en silencio, al azar. Cuando tomo el micro de camino de regreso a casa, reparo que toda la ciudad de Buenos Aires estaba llena de pegatinas con carteles que decían “Las Malvinas son Argentinas” y otros stickers que decían “Los argentinos somos derechos y humanos”, estaban en los asientos del colectivo, los postes de luz, claro! todo el país estaba pendiente de las Malvinas, y cuanto más leía esos dos carteles que se repetían iba almacenando rabia, entonces llegué a casa y busqué un cartón bastante grande e hice el cartel para llevar a la plaza la semana siguiente. Ese jueves llegué temprano, éramos pocas, empiezo a caminar, y yo sabía que iban a picar los fotógrafos”.


Una gigantografía de la famosa foto se encuentra en el Museo Malvinas a modo de gigantografía.

Nota completa sobre la foto de Delia Giovanola en el Museo Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur acá

Fuente: Abuelas de Plaza de Mayo, Ministerio de Cultura de la Nación.

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