Con el propósito de reflexionar acerca del reencuentro con otras y otros, sobre la construcción de una cultura del cuidado y el reinicio e incorporación de nuevas rutinas escolares, se presentó el material “Que la distancia no nos impida estar cerca: nuevos modos de habitar y hacer escuela” elaborado por el Área de Convivencia Escolar de la Dirección de Educación para los DDHH, Género y ESI.
Dirigida a docentes, directivos, equipos de orientación escolar y a la comunidad educativa, esta publicación es una invitación a pensar sobre las nuevas maneras de convivir en las escuelas en el marco de la pandemia provocada por el COVID-19.

La actividad virtual contó con la participación de integrantes y referentes del equipo de Convivencia Escolar y de la Dirección Nacional para la Educación en DDHH, Género y ESI; autoridades del Ministerio de Educación; docentes; miembros de equipos técnicos de diferentes jurisdicciones; y especialistas invitadas que aportaron sus miradas desde el campo de la pedagogía, la psicología y la filosofía sobre el contenido del cuadernillo.

La secretaria de Educación, Marisa Díaz, destacó la producción de recursos educativos del Ministerio, como este documento elaborado en el marco de una política pública del cuidado y la convivencia. Señaló, entre otras cosas, que “nos da la posibilidad de construir puentes valiosos en términos de la provocación y reflexión”; “sostener algunas preguntas y decisiones en torno a la vida de la escuela” y “recuperar una lectura colectiva”.

El retorno gradual a las clases presenciales, aun con las necesarias vueltas a la virtualidad, se presenta como una oportunidad para la restitución del lazo entre las y los estudiantes y con las y los docentes. Estas recomendaciones y guías para esta nueva etapa contienen propuestas sobre la convivencia escolar; el reencuentro con otras personas; las rutinas y las posibilidades de cambios de escenarios; la socialización con las nuevas pautas que establece el protocolo; la construcción de una cultura de cuidados; y un abordaje del impacto que tiene en las subjetividades la nueva forma de habitar o estar en la escuela.

En este sentido, la subsecretaria de Educación Social y Cultural, Laura Sirotzky, puntualizó que se trata de pensar cómo hacer para que la escuela “acompañe, convoque, contenga, que aloje, que sostenga”. Al respecto, este material permite profundizar sobre estos y otros interrogantes.

También se destacó que desde el Ministerio de Educación se desplegaron un conjunto de acciones para acompañar estos momentos que impuso la pandemia, en los que la distancia fue solo física, y sostener la continuidad pedagógica.

Durante la presentación la especialista Beatriz Greco reflexionó sobre las formas de tramitar y conversar con las y los estudiantes lo que provoca la pandemia. Y señaló cómo cada encuentro virtual o presencial requiere de afecto, de palabras; y se convierte en una oportunidad de generar la capacidad de interpelar la desigualdad y las identidades etiquetadas. Además, remarcó la importancia de evitar la individualización y la privatización de las trayectorias escolares, porque su continuidad o interrupción no dependen de una biografía individual o familiar. Por el contrario, “las trayectorias escolares y educativas son institucionales porque tienen que ver con decisiones políticas y micropolíticas en cada institución en la que se trabaja”.

Por su parte, la especialista Perla Zelmanovich abordó el término psicoanalítico del “malestar en la cultura” y señaló cómo el trabajo educativo es un modo estratégico de lidiar con él. Entre otros aspectos, analizó la manera en que la pandemia impactó en la forma de experimentar la presencialidad y la continuidad pedagógica, y conversó acerca de lo que pasa con el cuerpo en la virtualidad, qué lugares tomaron la voz y la mirada, y cómo la cercanía física no necesariamente garantiza la fortaleza del vínculo entre los docentes y alumnos.

El material “Que la distancia no nos impida estar cerca: nuevos modos de habitar y hacer escuela” puede ser una oportunidad más para pensar en los puentes pedagógicos y de convivencia, entre lo virtual y la presencialidad, generar preguntas y al mismo tiempo desarrollar políticas de cuidado.

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