Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en el cantón suizo de Capriasca. Llegó a la Argentina cuando tenía tan solo cuatro años, más precisamente a la provincia de San Juan. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por dificultades económicas y mudanzas.

A los doce años escribió su primer poema. Nunca abandonó su deseo de estudiar y con mucho esfuerzo logró recibirse de maestra y ejercer la profesión. En Buenos Aires fue docente en el Teatro Infantil Lavardén y en la Escuela Normal de Lenguas Vivas.

El 21 de abril de 1912 nació Alejandro, su hijo. Como madre soltera, luchó contra los prejuicios sociales y logró, con mucho esfuerzo, publicar su primer libro, La inquietud del rosal, en 1916, y poco a poco conseguir colaboraciones literarias en publicaciones como Fray Mocho, El Hogar y Mundo Argentino.

En 1918 publicó El dulce daño, en 1919 Irremediablemente y, en 1920, Languidez, por el que recibió el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura. Con Ocre (1925) y Poemas de amor (1927), dio un giro a su obra, comenzando a ser más introspectiva e irónica.

Posteriormente incursionó en la dramaturgia y en el teatro para niños. En 1927 estrenó El amo del mundo, en el Teatro Nacional Cervantes, y en 1931, Dos farsas pirotécnicas.

Su último poema

Alfonsina Storni lidiaba con cuadros depresivos y de paranoia. Los médicos le aconsejaron reposo por una crisis de agotamiento, motivo por el cual comenzó a viajar a Córdoba y Mar del Plata para descansar de la ciudad.

La propagación del cáncer, los dolores físicos y el impacto emocional en su estado anímico forzaron a Alfonsina a tomar la decisión de despedirse de su hijo Alejandro, en la estación de trenes de Constitución. Dejó una carta para él, un poema para publicar en el diario La Nación y una declaración para la policía, pidiendo que no se culpe a nadie de su muerte.

El 25 de octubre de 1938, Alfonsina Storni se arrojó del espigón del Club Argentino de Mujeres, a 500 metros sobre el nivel del mar en la playa La Perla, de la ciudad de Mar del Plata. Uno de sus zapatos quedó atrapado entre los hierros del espigón y así pudo conocerse el lugar preciso de la caída.

El escultor argentino Luis Perlotti plasmó la figura de Alfonsina en un reconocido monumento de la ciudad de Mar del Plata, emplazado frente al balneario La Perla. Originalmente, en 1948, la escultura estuvo en lo alto de la barranca y la figura se veía de espaldas al mar, un error que se corrigió años más tarde.

Su último poema, Voy a dormir, inspiró a Ariel Ramírez y Félix Luna a componer la reconocida canción Alfonsina y el mar. El poema dice así:

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.

Alfonsina Storni logró vencer la adversidad, trabajando y formándose de manera incansable. Logró ser reconocida en un mundo de hombres por su escritura y sus ideas.

Un libro quemado, publicado en 2016 por Editorial Excursiones, es una antología de artículos publicados por Storni entre 1919 y 1921 en la revista La Nota y el diario La Nación. Los textos sorprenden por su lucidez crítica, sobre todo en lo referente al papel que tuvieron las mujeres, y son a la vez una mirada irreverente y desafiante para la época.

Participó de la creación de la Sociedad Argentina de Autores. Junto a las poetas Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini (Uruguay) y Gabriela Mistral (Chile) se convirtió en representante de la poesía modernista latinoamericana.

Imagen portada: Monumento a Alfonsina Storni. Playa La Perla, Mar del Plata.