María Celia Bravo
Historiadora (CONICET-ISES-UNT)
En un contexto de crisis económica el gobierno de Perón lanzó el segundo Plan Quinquenal de 1952 que expresaba un cambio de rumbo para superar la inflación y el déficit fiscal a través del estímulo de la austeridad y el ahorro. En lo relativo al mundo del trabajo, el gobierno se comprometió a combatir el agio y la especulación, al tiempo que congeló los salarios de los trabajadores al suspender las convenciones colectivas de trabajo por un plazo de dos años. Asimismo, se buscó desestimar las huelgas como herramienta de presión, se impulsó la frugalidad como conducta social, al tiempo que se estimulaba el aumento de la producción.
Tal decisión suponía un cambio cultural cuyo éxito dependía de un contundente apoyo popular. En esa dirección, el gobierno a través de la propaganda oficial y de los discursos del propio presidente estimuló la intervención activa de los ciudadanos, quienes de manera individual o colectiva, debían exponer propuestas y peticiones sobre los múltiples aspectos que involucraban el nuevo plan de gobierno. Las 19.000 cartas que se encuentran en el Archivo General de la Nación (AGN), en el Fondo de la Secretaría de Asuntos Técnicos, constituyen un testimonio elocuente de la repercusión popular a la invitación de Perón. Esas misivas constituyen una fuente privilegiada para estudiar un abanico de problemas que involucra la visión de distintas instituciones locales, de hombres y mujeres de a pie que respondieron a la convocatoria.
Voy a referirme a la carta de Manuel Eloy Farías quien se dirigió al Excelentísimo Sr Presidente de la República Don Juan Domingo Perón manifestando una disposición al diálogo que revelaba su expectativa para la solución a sus demandas [1]. Manuel Eloy Farías era un obrero de surco de la colonia Campo Herrera del ingenio Bella Vista en la provincia de Tucumán. Se ocupaba de cuidar los cañaverales de la fábrica de manera permanente, función que implicaba una posición laboral inferior respecto del obrero de fábrica (en lo relativo a salario, adjudicación de mejores viviendas y beneficios sociales) pero estaba en una mejor situación respecto del cosechero (que sólo trabajaba en época de zafra y no era considerado personal estable de la empresa).
Su misiva eran dos hojas manuscritas en papel oficio que reflejaba el esmero en la escritura, no registraban tachaduras y es probable que fueran pasadas en limpio una vez redactadas. Finalizaba su pedido solicitando: a Ud y a la Sra María Eva Perón, nuestro padre y madre de los descamisados que arreglen la aflijida situación nuestra (sic). La petición se inscribía en un formato clásico que apelaba a la teoría del rebajamiento: el solicitante se muestra pequeño frente al otro, más poderoso y habilitado para resolver el problema. El apelativo de padre de los pobres fue muy utilizado en las áreas rurales durante el siglo XIX y tanto labradores como campesinos pobres usaban esa figura retórica para dirigirse al gobernador. En este caso, la fórmula se resignificaba en clave peronista al convertir al presidente y a su esposa en padre y madre de los descamisados. Durante el peronismo fue usual incorporar el nombre de Eva Duarte de Perón a los pedidos, probablemente por la actividad de la Fundación Eva Perón que revelaba mayor sensibilidad para satisfacerlos. No obstante, las demandas vinculadas a cuestiones de orden laboral se dirigían a la órbita del jefe de gobierno.
Archivo General de la Nación, Fondo Secretaría de Asuntos Técnicos. Signatura: AR-AGN-SAT01-257.
Su carta denunciaba al propietario del ingenio Bella Vista por contratar a los hijos de los trabajadores de surco como cosecheros, relegándolos a una labor discontinua de cuatro meses que no les permitía recibir ninguno de los beneficios establecidos en el convenio laboral. Farías consideraba que las medidas del ingenio quitaban el derecho de trabajar a sus hijos nacidos y criados en Bella Vista. Resumía su pedido del siguiente modo: nosotros los obreros del surco somo peronista asta la muerte porque estamo liberado y queremos libertad y derecho al trabajo para nosotros y nuestros hijos (sic). A pesar de su definición de peronista convencido, Farías reclamaba un derecho no conseguido, solicitado con insistencia por la FOTIA (sindicalismo azucarero tucumano) de participar en la contratación del personal, solicitud rechazada por los industriales porque coartaba su capacidad de seleccionar el personal y de organizar el espacio de trabajo.
Por otra parte, su apelación de estamo liberado (sic) expresaba una contundente interpelación al Estado. En su visión los nuevos derechos laborales devenían de la acción del gobierno, pero no expresaba complacencia de su situación al agregar: mi jornal no me alcanza para alimentar a mis hijos y vestirlos. En su condición de peronista hasta la muerte se sentía habilitado para reclamar los derechos no concretados desde una posición política activa, constructora de sentidos, que se reflejaba en una clara percepción de sus derechos. En esa posición se comunicaba con Perón, sin la mediación del sindicato para denunciar situaciones de injusticia. La argumentación reflejaba su convicción sobre lo justo y revelaba la dimensión disruptiva del peronismo en la subjetividad de los trabajadores, en tanto cuestionaba lo legal para ampliar reivindicaciones que no estaban contempladas en la legislación laboral azucarera del peronismo. Su carta constituye un testimonio de la politización de los trabajadores de surco, uno de los estamentos más postergado de la escala laboral azucarera.
Otra línea de su argumentación destacaba su condición de padre de cinco hijos barones, biejo y desvalido (sic) y agregaba: pueden ayudarme a trabajar para mantener nuestro ogar pero no lo hacen por falta de trabajo (sic). Este razonamiento se asociaba a la imagen del trabajador como principal agente proveedor de la familia, argumento muy utilizado en los petitorios elevados por el sindicalismo azucarero que permitió resignificar la masculinidad obrera y fortalecer su imagen como jefe de familia. La carta de Manuel Farías se apropiaba del ideario peronista para utilizarlo en su propio beneficio. Su respaldo total al gobierno no significa la aceptación de un orden laboral injusto, por el contrario, su sentido de pertenencia al peronismo le permitía avanzar en sus propias demandas, alegando sobre lo que consideraban justo, sin la mediación del sindicato.
[1] AGN, Secretaría de Asuntos Técnicos, caja 257.
Para Inspiraciones: pensamientos desde archivos. Bicentenario del Archivo General de la Nación.
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