Raquel Bressan
Historiadora (Instituto de Ciencias, Universidad Nacional de General Sarmiento)
El Archivo General de la Nación custodia miles de cartas personales, escritas a máquina o mano, con un trazo caligráfico maravilloso (las menos) o con una letra sinuosa que la práctica y las largas horas de lectura permiten aprender a descifrar. En la búsqueda de aquellas palabras que nos permitan reconstruir las tramas de la dinámica política, social o cultural, los investigadores nos sumergimos en el apasionante (y a veces también tedioso o exasperante) mar de los archivos personales. Acceder a los fondos de Justo José Urquiza, Julio Argentino Roca, Benjamín Victorica o de Dardo Rocha es muy similar a contemplar un mar embravecido con la tabla de surf bajo el brazo: uno queda extasiado por las posibilidades que ofrecen los legajos con misivas de muy variados remitentes pero también un poco abrumado por un volumen de correspondencia que podría llegar a devorar todas nuestras energías. Con estas dos sensaciones bajo la piel y por la muy buena recomendación de un miembro del personal de Sala VII, Florencia Villa, me adentré en la Colección del Museo Histórico Nacional y en los legajos pertenecientes a Martín de Gainza. Gainza había sido Ministro de Guerra durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento y en un periodo militarmente convulsionado como el de las décadas de 1860 y 1870, su correspondencia resulta clave para enhebrar las interacciones de los actores locales y el poder nacional durante la llamada etapa de construcción del Estado Argentino. Las comunicaciones personales que albergan estos legajos dan cuenta de los diversos pedidos, estrategias y alianzas que efectuaban las parcialidades políticas en busca de la intervención nacional para dirimir la disputa política a su favor. Aquello no resultaba una novedad sino parte de la dinámica política de la etapa, pero la riqueza de este fondo permite acceder también a otras facetas de aquella relación entre Nación y provincias.
En Entre Ríos, luego de la derrota de la rebelión de Ricardo López Jordán en 1870, la dinámica política de la provincia incorporó una injerencia inédita de las fuerzas nacionales. Así, la victoria de los liberales en 1871 obedeció en cierta medida al factor insoslayable de la mediación de las fuerzas nacionales requerida para asegurar la paz en los comicios. Pero aquella dinámica lejos estaba de funcionar en forma automática. Por el contrario, la correspondencia existente en los legajos de Gainza permite comprender que las respuestas obtenidas por los sectores que conformaban una alianza no siempre eran las esperadas y contenían diversos límites y matices. Aquello se puede observar en la lectura de los intercambios promovidos por el intento de trasladar la capital desde Concepción del Uruguay hacia Paraná o Gualeguaychú. Al interior de la comisión reformadora de la Constitución no había una postura que se inclinara de manera mayoritaria en favor de una de las tres opciones, los cruentos debates entre la prensa de la costa del Paraná y del Uruguay caldeaban los ánimos de la población, se endurecieron las posturas y cerraron la posibilidad de diálogo. En aquel contexto, Reinaldo Villar le solicitó a Martín de Gainza que utilizase su influencia para hallar una solución a la crítica situación, cuya respuesta fue la siguiente:
“Se los he repetido hasta el fastidio: promover la cuestión capital es dividir al partido liberal y darle a los jordanistas una levadura que no tienen. Creía tener algún derecho para ser oído, 1º por el interés que todos ustedes han visto que he tomado por el bien de esa provincia y 2º porque yo era un hombre imparcial en la cuestión. No he sido escuchado: mis amistosos y leales consejos han sido desatendidos. ¿Qué quiere usted que haga ahora? Nada pues.” (AGN, Fondo Museo Histórico Nacional, leg. 40, Carta de Martin Gainza a Reinaldo Villar, Buenos Aires, 6 de noviembre de 1871)
Uno puede leer estas palabras e imaginarse inmediatamente a Gainza con las palmas hacia arriba, los hombros y las cejas levantadas que emularían en un gesto su frase: ¿Qué quiere usted que haga ahora? Nada pues… Pero también aquella frase representa un vívido lazo rojo que nos permite hilvanar una trama política decimonónica que difícilmente puede ser asimilada una dinámica estática y de un juego lineal de acción y reacción entre aliados y opositores. Un contenido en una carta que nos invita e impulsa a buscar más lazos e hilos de distintas tonalidades para poder continuar trazando y reconstruyendo el mapa del accionar político entre nación y provincias.
Para Inspiraciones: pensamientos desde archivos. Bicentenario del Archivo General de la Nación.
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