Presidencia de la Nación

Escribir para no morir. Una conferencia de Alfonsina

Gabriela Borrelli reflexiona sobre uno de los pocos registros sonoros de Alfonsina Storni


Gabriela Borrelli

Escritora, conductora de radio y crítica literaria argentina

¿Dónde vive una voz? ¿Qué es lo que se esfuma primero: el olor, la voz, la imagen en la memoria? Dicen que lo que está dicho una vez está dicho para siempre porque las ondas sonoras de una voz solo necesitan un medio propicio para proyectarse en el infinito. La idea de miles de voces flotando en el universo me persigue. Un cadáver exquisito constante que arma el sonido en el espacio. En 1888 Edison fue el primero en grabar una voz humana con el fonógrafo de cilindro de cera. Grabar una voz para que permanezca ¿en el tiempo? Tal vez sea la tecnología del poema en la que una voz vive para siempre. Escucho la conferencia que Alfonsina Storni dió en 1938 en Montevideo. Fue invitada junto a Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou a un encuentro de verano el 27 de enero. La conferencia se llamó Una charlilla apurada pero el texto que lee tiene uno de los nombres más modernos Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj. Es una autobiografía intelectual en la que Storni cuenta cómo se hizo poeta. Recuerda el primer libro que escribió mientras trabajaba en una oficina en el centro de Buenos Aires: lo escribí para no morir, la escucho decir. Resuenan esas palabras, resuena su voz en el mismo año de su muerte, suena el acento porteño en la charlilla con la ye sonora que huye para encontrarse con la i sanjuanina. El escandido aporteñado que marca el final de sus versos con el gesto saltarino de la cordillera que no es cordiyera. Una charlilla apurada, y en esa charlilla el rioplatense que la une con Ibarbourou pero la emparienta con Mistral. La escucho decir: Si pudiera ensanchar nuestras tres manos unidas en un círculo que partiendo del Atlántico ensartara la cordillera e insulara La Pampa lo haría, ancho es el mundo y en él caben todos.

¿La escucho ahora o la escuché en el pasado? ¿ Dónde vive esa voz? ahora en mi en esta tarde otoñal cerca del río como ella misma dice que vivió, yo vivo enfrente del Río de la plata, que no tiene los colores que tiene por cierto en Colonia, un río completamente distinto visto de una orilla a la otra.

Escucharla vital y jocosa enhebrar anécdotas (cuenta por ejemplo como se le vuela el sombrero corriendo a buscar un lápiz), y reflexiones sobre cómo escribió los poemas que luego recita: "Barrancas del Plata en Colonia"; uno sin título que dice podría llamarse “Cigarra en noche de luna”, "Pie de árbol"; "Planos en un crepúsculo" y "Flor en una mano".

¿Qué gesto tendría al saber que la escucho en una computadora, con auriculares puestos ochenta y tres años después ? Seguramente transformaría ese gesto en un poema, como ante la aparición del teléfono escribió el gran: “Ultrateléfono” en el que pide por Horacio (¿Quiroga?) y recuerda su infancia en San Juan, a su padre, a su primo y a un sapo muerto.

Pierdo la audición año a año. Cada vez escucho menos. Lo indican las audiometrías y el susurro cuando alguien me habla a menos de dos metros. Soy joven todavía para perder la audición pero disminuye. Las razones pueden ser muchas. No tengo aún la edad que tenía Alfonsina Storni cuando dió la conferencia que ( aún) escucho pero estoy cerca. Levanto todo lo que puedo el volumen para seguir escuchándola, acerco el oído a la pantalla de la computadora con los auriculares puestos como si eso ayudara a escucharla mejor. Me consuela saber que esa voz está ahí, aunque yo algún día no muy lejano, no pueda volver a escucharla. No flota en el espacio, está guardada en algún lugar para que alguien como yo dentro de otros ochenta y tres años vuelva a ella.

Para Inspiraciones: pensamientos desde archivos. Bicentenario del Archivo General de la Nación.

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