Diversidad corporal, pesocentrismo y discriminación: la gordofobia como fenómeno discriminatorio
Por Lucia Mancuso, Betania Longhi, María Gabriela Pérez.
En sentido amplio, la discriminación es el mecanismo mediante el cual se jerarquizan personas o grupos de personas por alguna característica arbitraria a la que se le atribuyen condiciones de superioridad (o inferioridad). Este mecanismo, construido alrededor de las corporalidades, instala un modelo único, hegemónico, que funciona como ordenador social. Este modelo hegemónico de normalidad es uno de los dispositivos de poder más naturalizados de nuestra sociedad.
La discriminación hacia los cuerpos no hegemónicos puede ser entendida como uno de los efectos del disciplinamiento de los cuerpos, obstaculización de una vida libre de violencias que se expresa a través de distintos dispositivos como la estigmatización, la violencia, la discriminación y la patologización en tanto expresiones sociales e institucionales de eso que –con Foucault– podemos llamar biopoder normalizador contemporáneo. El disciplinamiento de los cuerpos no solo opera en lo que dice y hace, sino también en lo silenciado. Se expresa en las instituciones, en los discursos, en los enunciados científicos; incide en las políticas públicas; opera en la exclusión, en la marginalización y fundamentalmente en la estigmatización y modificación de los cuerpos. Es así como los “cuerpos que no entran en la norma” –particularmente, los cuerpos gordos– son objeto de discriminación, burlas, exclusión, violencia y vulneración de derechos.
Es así como los “cuerpos que no entran en la norma” –particularmente, los cuerpos gordos– son objeto de discriminación, burlas, exclusión, violencia y vulneración de derechos.
En este artículo, ofreceremos un acercamiento a la identificación de una de las múltiples aristas que presenta la discriminación; en este caso, la gordofobia. Gordofobia es un término que, en su utilización, presenta ciertas complejidades. Hay quienes, por ejemplo, prefieren hablar de gordo-odio; pero independientemente de cómo se nombre, existe un acuerdo general con relación al fenómeno al que intentamos referir: se trata de un tipo específico de discriminación profundamente complejo y absolutamente naturalizado. Es en este hecho en el que radica su urgencia de abordaje. A veces mencionada como sobrepeso u obesidad, la gordura es motivo de un estigma social que atraviesa de modo determinante y transversal a todos los segmentos etarios y socioeconómicos de la población, y afecta en mayor medida a las mujeres, personas LGBTIQ+, afrodescendientes, indígenas, migrantes y demás personas racializadas. Nos referimos entonces a la gordofobia, para precisar y describir todas aquellas prácticas, discursos y acciones que burlan, marginan, estereotipan, prejuzgan, rechazan e implican la obstaculización o vulneración de los derechos de las personas bajo el pretexto de la gordura.
La que se conoce como perspectiva pesocentrista es un enfoque reduccionista que concibe al peso como un indicador suficiente para segregar entre personas “sanas” y “enfermas”, sin detenerse a considerar otros aspectos que hacen a la salud integral. Es una mirada simplista y estigmatizante que considera a la gordura no ya como un posible factor de riesgo (como también lo son el tabaquismo, el consumo de alcohol y de drogas, la hipertensión, etc.), sino como una enfermedad en sí misma.
La importancia de garantizar el acceso a la salud de aquellas personas con factores de riesgo es importante, pero la existencia de índices de estandarización que permiten medir y clasificar a las personas según su peso y altura como con “sobrepeso” u “obesas” –como el índice de masa corporal (IMC) u otros estudios antropométricos– nos aparta de la atención de la salud en forma integral, y –lejos de eliminar el estigma– produce una patologización y medicalización sobre los cuerpos. Que aún haya profesionales de la salud que tengan esta mirada sobre la gordura se vuelve preocupante y peligroso. Cuando este sesgo impide que las personas sean atendidas integralmente, se vulneran sus derechos en nombre de una preocupación médica, anteponiendo el descenso de peso a otras preocupaciones. Al utilizar prioritariamente índices estandarizados (IMC) para clasificar a las personas en términos de delgadez/gordura – normalidad/anormalidad, solo se refuerzan y reproducen las prácticas y los discursos discriminatorios, violentos y gordofóbicos.
Sabemos que la gordofobia se extiende a casi todos los ámbitos sociales y que no está circunscrita a la interpretación médica. Es importante destacar que el tipo de discriminación que estamos describiendo no se acota a aquellas personas que ven afectada su salud por las diferentes enfermedades, sino que alcanza también a todas las demás personas que se ven (nos vemos) forzadas a encajar en un modelo único de cuerpo “normal”. Resulta fundamental desentrañar el núcleo de esta interpretación, ya que sobre la justificación “esto es por un tema de salud” se sostienen prácticas discriminatorias gordofóbicas. Así, nos proponemos analizar el discurso social ineludiblemente vinculado a la mirada pesocentrista alrededor de la gordura, para repensar los prejuicios y estereotipos instalados como parte del abordaje institucional impulsado desde el INADI.
Descargá y leé el cuarto número: Corporalidades Diversas: de mandatos, narrativas y deconstrucciones
¿Discriminación por obesidad y/o sobrepeso o discriminación gordofóbica?
En marzo de 2009, el INADI emitió un dictamen histórico sobre la temática, a partir de una denuncia de discriminación por caracteres físicos: una aerolínea le exigía a un pasajero el pago de un segundo pasaje por no caber en un asiento del avión.
El dictamen hace un análisis del caso, considerando que en principio la obesidad y el sobrepeso deben ser considerados una enfermedad o al menos como factor de riesgo, y por ende la acción de la aerolínea afecta los derechos de las personas usuarias a acceder al servicio sin discriminación. Sin embargo, el dictamen agrega una dimensión: “el concepto cultural de obesidad difiere del biológico y evolutivo. De ahí que la definición social de tamaño y forma corporal ideales, responde más a estándares estéticos que a razones médicas”.(1)
En ese entonces, el INADI promovía la atención de la obesidad y el sobrepeso como enfermedades, como estrategia de inclusión de su tratamiento en el plan médico obligatorio (PMO), atendiendo a la cantidad de actos discriminatorios dirigidos a esta población específica, sin dejar de señalar el vínculo que existía entre el requerimiento discriminatorio de la aerolínea y el desconocimiento o negación de la diversidad corporal, que replicaba estándares de “normalidad” hegemónica sobre los cuerpos, a través de una política empresaria sin ninguna relación con la salud del damnificado.
En el Mapa Nacional de la Discriminación del 2013,(2) el INADI relevó que las personas que experimentaron discriminación por obesidad y/o sobrepeso se encontraban entre los cuatro primeros grupos discriminados, después de los que experimentaron discriminación por situación socioeconómica, por color de piel y por el país de origen. Y luego –según el relevamiento realizado por el INADI durante 2019, cuyos resultados son aún preliminares– la discriminación por obesidad y/o sobrepeso ha cobrado aún mayor importancia en las motivaciones discriminatorias, ubicándose ahora en el tercer lugar dentro de los tipos de discriminación más experimentados, luego del racismo estructural y la discriminación por características estéticas.
Como puede reconocerse, si bien el INADI ha comprendido y abordado la gordofobia como un fenómeno social discriminatorio desde hace más de diez años, este ha ido variando en su terminología, profundización y paradigmas para su consideración. Los paradigmas históricos han surgido en diálogo y a través de los discursos políticos de derechos humanos que han ido modificándose en el tiempo, y eso ha llevado a abordar la problemática desde distintas dimensiones, como, por ejemplo, desde la discriminación por caracteres físicos por diversidad corporal o por motivos estéticos, hasta el dar prioridad a una mirada sanitarista. Este proceso se vio influenciado por el espíritu de la época, tal como queda plasmado en la Ley N.º 26.396/08 y su Decreto Reglamentario que, entre otras cuestiones, definen bulimia, anorexia y obesidad como ‘una serie de trastornos alimentarios’, identificando a la población y asignándole nuevos y específicos derechos.
Sin embargo, a través de la reflexión crítica, la recuperación de los aportes del activismo gordo, feminista y LGBTIQ+ (y el diálogo con sus organizaciones), el INADI se encuentra desarrollando un cambio o, más bien, una profundización del enfoque en el camino hacia la construcción de una perspectiva antigordofóbica que nos permita dimensionar el fenómeno discriminatorio, priorizando una perspectiva interseccional e intercultural que incluya la crítica al pesocentrismo, paradigma que, de modo arbitrario,(3) toma las medidas de las personas como factor de clasificación y jerarquización social, reproduciendo prejuicios y estereotipos que vulneran sus derechos, pudiendo incluso provocar padecimientos en la salud física y mental de las personas, además de que sustentan la mayoría de los discursos contemporáneos de estigmatización, odio y discriminación.
El desafío es poner en tensión el sentido común que, por un lado, afirma sencillamente que la delgadez es sinónimo de salud-bienestar-éxito-felicidad y, por el otro, continúa creyendo que quienes están fuera de los índices de peso (IMC) se encuentran necesariamente enfermos, enfermas o enfermes, sosteniendo y difundiendo prácticas y discursos que, a través de la patologización, profundizan el estigma social. Para ello, es necesario interpelar el discurso social instalado que castiga, violenta y maltrata a las personas gordas, especialmente a las mujeres e identidades feminizadas bajo el argumento de la “preocupación por su salud”. Nos preguntamos: ¿cuáles son las consecuencias que tiene esta mirada disciplinadora sobre las personas gordas?, ¿y sobre las personas flacas? ¿Dónde encontramos refugio todas las personas que no encajamos en el modelo de normalidad?
Salud a primera vista
Las situaciones discriminatorias derivadas de la gordofobia implican una enorme cantidad de derechos vulnerados y experiencias violentas que atraviesan la vida de las personas gordas: durante la infancia en la escuela; durante la adolescencia, en los boliches; durante la juventud, en la dificultad de conseguir trabajo; el disfrute de una obra de teatro en salas con sillas pequeñas; bares con baños estrechos; tomógrafos solo para personas flacas; consulta médica en un camilla angosta y podríamos describir muchos más ámbitos, momentos y dimensiones de la vida en los que el estigma se hace presente. Las situaciones son múltiples y están profundamente naturalizadas.
Cuando estas situaciones son problematizadas, suele aparecer como pretexto la preocupación por la salud de la persona gorda: a la persona responsable de la infancia se le sugerirá mejorar la alimentación de su hijo, hija o hije; a la persona joven o adulta que vaya al gimnasio o se alimente distinto. El comentario suele basarse en el peso e implica que la persona debe cambiar. Aun sin que la persona haya pedido un consejo, la razón que habilita a darlo es una pretendida búsqueda del “bien” respecto de su salud. Sin embargo, debemos aclarar que no todo el “sobrepeso” se funda en razones alimentarias, ni se disminuye mediante dietas restrictivas. La pregunta es, entonces, ¿cómo sabemos que la persona gorda está enferma? ¿Estar delgado/a/e es sinónimo de ser o estar sano/a/e? ¿Podemos afirmar esta asimilación? Este vínculo discursivo tan estrecho entre el peso y la salud termina exigiendo a todas las personas que se ajusten a un (único) formato corporal que no solo es ideal – y por lo tanto, inalcanzable–, sino que en muchas ocasiones implica restricciones y sufrimientos peores que los que podrían acarrear esos kilos “de más”.
El círculo vicioso se conforma por este pensamiento simplista-reduccionista de la salud: su discurso, su estigmatización, su fundamentación de la violencia simbólica y, finalmente, su habilitación o naturalización de prácticas discriminatorias y violentas sustentan la gordofobia. Así, si lo que realmente interesara fuera hablar de parámetros de salud, podríamos tener en cuenta otras definiciones, como por ejemplo la definición de la OMS que afirma que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Esto implica que la salud de una persona no puede ser evaluada a primera vista, con la presunción de que su tamaño o peso de por sí indican algún tipo de enfermedad. Por lo mismo, es importante señalar que una persona que bajó de peso o se encuentra “flaca” no necesariamente se encontrará más sana, sino que incluso la delgadez puede deberse a alguna situación que afecte su salud.
La importancia de desarmar este prejuicio tan instalado no solo reside en la necesidad de desarticular las prácticas discriminatorias gordofóbicas, sino también en poder liberarnos como sociedad de la atadura de la delgadez como mandato. Un obstáculo que todos, todas y todes enfrentamos, y que puede determinar el acceso a los derechos humanos y su cumplimiento. Finalmente, estamos convencidas de que la patologización de la gordura no responde a cuestiones de salud –ya que nunca existe un único indicador para evaluar la salud integral de las personas–, sino a una forma de disciplinamiento social y normalización que recae –con especial violencia e incluso como una forma de obediencia autoimpuesta– sobre los cuerpos de las mujeres e identidades feminizadas.
El rol del INADI
Como organismo rector en la materia, debemos actualizar el abordaje institucional sobre la discriminación a las personas gordas. En este sentido, no solo realizamos una revisión crítica de los abordajes históricos desarrollados por el INADI, sino que también apostamos a la visibilización, difusión y profundización de miradas desnormalizadoras que hace ya años vienen ofreciendo los activismos y la academia. Es por ello que, durante el 2020, organizamos los primeros conversatorios sobre el tema,(4) en los que referentas, referentes y activistas en la temática compartieron sus reflexiones y perspectivas sobre los posibles abordajes de la problemática. Desde aquella instancia, continuamos trabajando con vistas a instalar la problematización de la gordofobia como discurso esencialmente pesocéntrico y discriminatorio –entramado en la matriz de dominación eurocéntrica patriarcal, racista y cisheteronormativa– y proponiendo distintas estrategias de incidencia. Como parte de ese trabajo, venimos acompañando técnicamente al comité redactor de la reglamentación de la Ley N.º 27.521, más conocida como “Ley de Talles”, con el objetivo de impulsar entre otras medidas el estudio antropométrico nacional, que permita conocer las medidas reales de la población y así facilitar la construcción de estándares nacionales para la fabricación de ropa y calzado, teniendo en cuenta las características propias.
El INADI tiene como herramienta la promoción de políticas públicas de reparación, reconocimiento y garantía de goce de los derechos humanos en igualdad y sin discriminación para todas las personas; en especial para quienes son socialmente interpretadas como “alejadas de la norma” y particularmente aquellas con cuerpos no hegemónicos. Es así que la propuesta de abordaje que aquí compartimos parte de la convicción de que toda persona tiene derecho a ser tratada con respeto y dignidad, y debe acceder a todas las posibilidades que estén a su disposición para alcanzar el mayor grado de bienestar y realización posible. Asimismo, toda persona tiene derecho a vivir dignamente y a no ser sometida a tecnologías ni dispositivos que intenten hacerla encajar en moldes ajenos y violentos.
Con la convicción de aportar en este sentido, y fortaleciendo el respeto hacia todos los cuerpos que bajo el pretexto de la salud aún se enfrentan a la estigmatización, discriminación y exclusión, el INADI asume el compromiso social de transformar las miradas y prácticas discriminatorias para consolidar una sociedad que realmente celebre y ya no reprima la diversidad corporal.
La dimensión social del discurso gordofóbico necesita ser revisada. Sus mensajes violentos y agresivos, a la vez que invisibilizadores en torno a las personas gordas son moneda corriente en ámbitos tan plurales como los servicios públicos y privados, la moda, las redes, las empresas y los medios de comunicación. Es en este marco que proponemos evitar la normalización, la generalización, la estigmatización y la burla de las personas gordas en todos los ámbitos y dimensiones de la vida cotidiana. En su lugar, recomendamos favorecer miradas que respeten, tengan presente y visibilicen las diferencias y diversidad de cuerpos que nos constituyen como pueblo, promoviendo la inclusión de estas personas en las producciones audiovisuales, espacios de difusión y medios de comunicación, fomentando la salud integral desde una perspectiva de derechos humanos y garantizando el pleno acceso a los derechos al trabajo, la educación, vestimenta, recreación, cultura, entre otros, sin discriminación.
Aboguemos por lograr el respeto hacia todos los cuerpos que, bajo el pretexto de la salud, son objeto de estigmatización, discriminación y exclusión. Garanticemos políticas públicas inclusivas y asumamos el compromiso social de transformar nuestras miradas y prácticas celebrando la diversidad corporal.
1 Ver Dictamen N.º 046-09, Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), 2009, 19.
2 Las categorías utilizadas se encuentran hoy revisadas por ser patologizantes, a la luz de la revisión metodológica relatada.
3 Como en toda práctica discriminatoria, el factor que se distingue de otros no posee ningún fundamento. La delgadez, por ejemplo, también podría ser socialmente leída como factor de riesgo para la salud, sin embargo no es una característica que participe de las clasificaciones discriminatorias.
4 Conversatorios organizados por el INADI: “¿Qué ves cuando me ves? Reflexiones sobre la hegemonía, la discriminación y la política de los cuerpos”, Julio 2020.