La ruta del Toki Calfucurá
La relevancia del Toki Calfucurá en nuestra historia pasada y presente.
El Toki Calfucurá es sin dudas uno de los líderes indígenas más importante del siglo XIX, en el sur de nuestro continente. Calfucurá falleció en 1873, pero su tumba, en Chillhue, fue profanada seis años después por oficiales de la llamada Campaña del Desierto, comandada por Julio Argentino Roca, por lo cual su cráneo terminó en el Museo de La Plata dependiente en la actualidad de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, de la Universidad Nacional de La Plata, inventariado bajo el número 241. Actualmente como parte del pueblo Mapuche, de sus comunidades y de sus organizaciones, nos encontramos planificando una serie de actos, para lo cual acordamos dos cuestiones:
Por un lado, debatir internamente, entre las comunidades y organizaciones reclamantes, el destino de los restos de nuestro Toki Calfucurá.
Por otro lado, se definió lo que hemos denominado: “La ruta del Toki Calfucurá”, una serie de hitos a instalar en diversos puntos del Wallmapu, como muestra de la enorme influencia que tuviera el Toki Calfucurá. También luchamos por su inclusión en la currícula educativa con la valoración justa de su aporte histórico. En el camino de la visibilización de esta propuesta, entre otras que incluyen el pedido de desagravio al Toki y al pueblo Mapuche por parte de Ejército Argentino por la profanación de su tumba y el pedido de perdón por parte del Museo de La Plata por su rol en el genocidio indígena, se insertan estos hitos como parte de “La ruta del Toki Calfucurá”.
Reivindicamos la figura de Calfucurá como líder del pueblo Mapuche, lo cual supone, ya avanzado el siglo XXI, revisar retrospectivamente la construcción de nuestro Estado, a la luz de una historia nunca terminada de narrar, aquella que incorpora la presencia ineludible de referentes que lucharon, resistieron y se convirtieron en emblemas políticos y espirituales, generando al Estado una deuda todavía pendiente con los pueblos indígenas: la construcción política de una genuina plurinacionalidad. En segundo lugar, políticamente transmite el mensaje de la reivindicación permanente de Autonomía y Autodeterminación –espacio en donde los líderes mapuches, sus batallas y las alianzas que pergeñaron, deben formar parte del campo jurídico y político y de nuestra propia historia. La restitución de los restos de Calfucurá tiene una trascendencia histórica, política y espiritual: En tercer lugar, los elementos que conforman las luchas identitarias se encuentran imbricados con componentes espirituales.
En primer lugar, significa abrir el espacio en la historia oficial a una sucesión de episodios que dieron –y dan- sentido a la situación política actual de la relación de los pueblos indígenas con el Estado argentino. La restitución de la figura de Calfucurá en la trama de debates históricos implica considerarnos ya no solo como víctimas sino como actores centrales de nuestra historia. Sujetos colectivos soberanos, con modalidades propias de habitar el país, de constituir su política, de articular alianzas y de resolver conflictos.
Todxs nosotrxs postulamos la existencia de otros modos de vida, otro tipo de formas sociales comunitarias y de vínculo con la naturaleza, una relación con el territorio concebido como parte del mundo de la vida y no como recursos a explotar y es ahí donde la figura del Toki Calfucurá se acrecienta en el presente dónde cada día es más claro, pandemia mediante, que el respeto por el Wallmapu, el respeto por las formas de organización comunitaria y de las múltiples cosmovisiones que componen el pueblo son fundamentales para todxs, no solo para los pueblos originarios.