Presidencia de la Nación

La Marina en el último tercio del Siglo XIX


En las últimas tres décadas del siglo XIX, en Argentina la Generación del ´80 llevó adelante la organización de un Ejército de línea y una Marina de Guerra permanentes. Sucedió en el marco del proceso de modernización del país y de la definición de una nueva política de defensa que respondía a la amenaza externa, primero del Imperio del Brasil y, luego, de la República de Chile.

Las grandes potencias mundiales definieron la moderna política de defensa centrada en la armamentización y la profesionalización de las Fuerzas Armadas; y Argentina buscaba su integración en el orden mundial. Asimismo, la Guerra del Paraguay había puesto de manifiesto la superioridad de la hegemonía naval brasileña.

A partir de la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento y hasta los Pactos de Mayo (1902), la organización de la Marina de Guerra moderna giró en torno a varios aspectos: la adquisición de medios navales con su correspondiente arsenal y talleres de reparación, la constitución de la orgánica y de los escalafones, y la formación de las tripulaciones.

Por Ley Nº 498 de adquisición de armamento naval del 27 de mayo de 1872, fue autorizada la compra de buques de guerra. Los buques adquiridos constituyeron la denominada Escuadra de Sarmiento: monitores “El Plata” y “Los Andes”, cañoneras “Paraná” y “Uruguay”; bombarderas “Constitución”, “República”, “Pilcomayo” y “Bermejo”; vapor taller y depósito de torpedos y minas “Fulminante”; vapores avisos “Resguardo” y “Vigilante”; vapor de transporte armado “Pampa”; y otras embarcaciones menores.

En pos de la profesionalización del personal militar naval se creó la Escuela Naval Militar en 1872; asimismo, existió una honda preocupación por la formación e instrucción de las tripulaciones en las diferentes especialidades, destacándose el funcionamiento de la Escuela de Condestables, la Escuela de Oficiales de Mar y Clases de Marinería, la Escuela de Maquinistas, la Escuela de Torpedistas, entre otras.

En 1873, fue sancionada la Ley Nº 646 mediante la que se crearon los Arsenales y Depósitos de la Marina. Una comisión designada al efecto seleccionó la localidad de Zárate para la ubicación y construcción del Arsenal de Artillería de Marina.

En 1879 fueron creados los Talleres Nacionales de Marina cuya ubicación se situó en la margen derecha del Río Luján. Cumplieron la finalidad de reparar los buques de río de la escuadra argentina y ser asiento de sus embarcaciones en desarme. Para el desarrollo de sus actividades y cuidado del material naval fue construido un edificio donde actualmente funciona, desde 1941, el Museo Naval de la Nación.

Entre 1872 y 1890, el pensamiento estratégico naval argentino fue defensivo. La región de la cuenca del río de la Plata era considerada el corazón de la república, y se suponía que cualquier ataque enemigo recaería sobre sus aguas. Los accesos al río homónimo constituían la zona principal a ser defendida desde el mar y desde los ríos Paraná y Uruguay. No obstante, los puertos y las radas del estuario carecían de fortificaciones permanentes en el entendimiento que la primera frontera estaba en el mar, lejos de la costa. Con la adquisición del acorazado “Almirante Brown” se previno la posibilidad de un bloque naval del potencial adversario sobre el Atlántico.

En 1881 arribó el acorazado “Almirante Brown” que junto a los monitores “Los Andes” y “El Plata”, las cuatro bombarderas “República”, “Pilcomayo”, “Bermejo” y “Constitución”, y siete torpederas, estarían en condiciones de responder de forma combinada para la defensa del estuario, evitando un golpe de mano al comienzo de las hostilidades y oponiendo una resistencia infranqueable en las puertas del océano.

En el litoral patagónico, desde 1884 funcionaron las subprefecturas marítimas a cargo de la Marina de Guerra, con instalaciones precarias. Si bien el transporte naval “Villarino”, el aviso “Azopardo” y buques navales de estación como la cañonera “Uruguay” coadyuvaron a hacer visible la presencia argentina en el Sur y cubrieron un rol fundamental en el aprovisionamiento y las comunicaciones de esas poblaciones australes con el resto del país, el conjunto de la escuadra resultó insuficiente para garantizar la defensa de tan extenso litoral.

Proyección marítima de la Marina de Guerra argentina

A fines del siglo XIX, el punto marítimo de mayor afluencia de los Mares del Sur seguía siendo Carmen de Patagones –fundada en 1779–. Para entonces, las fronteras marítimas atlánticas contaban con poca población, y, por ende, menor desarrollo.

Durante la década de 1890, la República Argentina y la República de Chile mantuvieron una confrontación en aumento motivada por la interpretación del Tratado de Límites de 1881. En las respectivas Marinas de Guerra, dicha tensión se manifestó en la carrera de armamentos navales, que culminó en 1902 con los “Pactos de Mayo”.

En consecuencia, la Marina de Guerra argentina asumió una concepción estratégica defensivo-ofensiva. A la defensa tradicional de la cuenca del Río de la Plata, punto neurálgico para la República Argentina, se sumó la proyección del poder naval sobre el Océano Atlántico destinada a resguardar la rica región integrada por la Patagonia y los Mares del Sur.

La proyección del poder naval sobre el litoral marítimo fue implementada mediante la adquisición de tres cruceros tipo Buenos Aires y seis cruceros acorazados tipo Garibaldi (dos de ellos vendidos a Japón, antes que fueran incorporados a la Marina) para la flotilla de mar. También reforzó la flotilla de río mediante la adquisición de torpederas y acorazados de río, que se sumaron a los incorporados en la década de 1880. Desde entonces se procuró que la defensa del litoral argentino pasara de una flota defensiva, enfocada sólo a la cuenca del Río de la Plata, a una flota defensivo-ofensiva con medios en capacidad de disputar y ejercer, cuanto antes, el dominio del mar.

La incorporación del litoral marítimo y austral, dentro de los intereses vitales del país, generó una reformulación de la defensa de costas y de puertos. La compra de los cruceros acorazados tipo Garibaldi obligó a plantear un sistema de defensa de costas que pudiera sostener y complementar su utilización; y posibilitar la recalada y aprovisionamiento de los cruceros, asegurando la totalidad del frente marítimo. En este sentido, fueron realizadas dos obras de envergadura: el Puerto Militar en Bahía Blanca, sede del Arsenal de Marina; y el Arsenal Naval en Buenos Aires.

En 1897, luego de la finalización de las obras del Puerto de Buenos Aires, dio inicio sobre la Dársena Norte la construcción de las instalaciones donde fue instalado el Arsenal Naval. Luego, en 1898, en esa misma ubicación fueron migrados los Talleres Navales de Marina, que habían funcionado en el Río Luján desde 1879, hacia la Dársena Norte del Puerto de Buenos Aires. Los talleres del Arsenal Naval se ocuparon de sus tareas específicas relacionadas con el mantenimiento y reparación de naves de guerra para, más tarde, extender su accionar al campo civil, convirtiéndose en punto de apoyo fundamental para las flotas mercantes estatales y privadas en lo referente a reparaciones navales.

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