Presidencia de la Nación

La construcción del actor social en la base de un sistema cooperativo y solidario para la integración socio-laboral de personas con discapacidad

Autores: Federico Bejarano y Mariana Pacheco


Federico Bejarano: Psicólogo Social, Licenciado en Ciencias Sociales UNQ, impulsor Cooperativa de Trabajo La Huella, Red de Cooperativas Sociales.
Mariana Pacheco: Licenciada en Psicología UBA, Secretaria de la Cooperativa de Trabajo La Huella, Presidenta de la Cooperativa de Trabajo Apalabrar Atención Integral en Salud Mental, Secretaría de Cooperativas Sociales de FEDECABA, Red de Cooperativas Sociales.

Un acto de hospitalidad no puede ser sino poético

Jacques Derrida



Memoriando…

En el mes de marzo del corriente año se cumplieron cinco años de una iniciativa que se autodenominó Red de Cooperativas Sociales en Argentina. Su objetivo se podría resumir en la localización de barreras legislativas, formativas y representacionales en la emergencia de cooperativas de inserción social y laboral en Argentina.

En ese momento – enero del 2017 - existía una cooperativa de trabajo de integración socio-laboral dentro de un hospital psiquiátrico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ese hospital es el Hospital Neuropsiquiátrico José T. Borda. Esta cooperativa supo acumular experiencia en el mundo de la economía social, solidaria y popular. Desde la lógica – previa - de taller/ emprendimiento terapéutico estaba destinada y limitada a funcionar en el interior del Hospital. Y no nos referimos solamente al espacio físico.

En ese adentro y afuera, en contacto con otres, con grupos portadores de una nueva visión que nos interpelaba; confluían un sin números de colectivos y grupos emprendedores que construían su propia sensibilidad, su propia manera de organizarse en el mundo económico sobre la base del trabajo como derecho y libre elección.

El trabajo en los dispositivos asistenciales hospitalarios apuntala amarrando a las personas en sus lógicas y destinos asistenciales. El encuentro con las prácticas, las formaciones, las capacitaciones en economía social y solidaria y en cooperativismo motivaron al emprendimiento a una osadía sin igual: convertirse en una cooperativa de trabajo de acuerdo a toda la normativa que rige a las cooperativas y a las cooperativas de trabajo en particular. Normativa que reconoce esta actividad como trabajo asociativo, reconociendo a sus socios y socias como trabajadores y no puramente como tarea asistencial. Esta es la Cooperativa de Trabajo e integración socio-laboral La Huella Ltda. Matrícula 48643 otorgada por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) dependiente del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación.

Esta transformación va desarticulando su relación con el Hospital Borda. Comienza así una serie de acciones tendientes a defenderse de no ser expulsada. Su condición de contar con una personería jurídica cooperativa, por sus características (trabajo con personas con discapacidad), no la excluye de la articulación y el acompañamiento por parte del sistema de salud.

Durante lo que va del 2013 al 2014 se logra contar con Matrícula y CUIT, es decir ser una cooperativa ya conformada y que puede funcionar con las obligaciones que esto supone. A partir de ahí, esto produce en la institución psiquiátrica una percepción de tener en su seno un ente extranjero, un ente que se dice cooperativa dentro del Hospital. Una suerte de institución dentro de otra. A esta institución no la autoriza, la desacredita y la desaloja de su espacio físico confinándola a otro que no cuenta con las condiciones necesarias para trabajar.

Todo esto ocurre en un contexto donde se disputa aún la implementación de la Ley Nacional de Salud Mental y Adicciones NRO 26.657 del año 2010.

Esta Ley trae un cambio de paradigma en la atención, que será desde una perspectiva de derechos humanos. Redefine los dispositivos de asistencia poniendo el acento que deben ser sustitutos de los monovalentes, para lograr la tan ansiada desmanicomialización. Precisamente en su Artículo 11 menciona a las cooperativas como parte de estas transformaciones.

Esta Ley en nuestro país es muy cuestionada por diversos sectores que sostienen que la ley niega la enfermedad, que no se puede internar, que las y los trabajadores perderán sus puestos de trabajo. Y por los medios hegemónicos de comunicación que replican estas falacias. De todos modos esta oposición no fue tan implacable pues la Cooperativa sobrevive en un predio que está aún en los terrenos del Hospital.

En el año 2017 la Cooperativa de Trabajo La Huella ya contaba con la experiencia suficiente para darse cuenta de que una transformación como la que había comenzado a realizar y sostener como una empresa suficientemente sustentable y amorosa, era más un acto poético que una lucha colectiva. No se podía dar batalla en esas condiciones de aislamiento y soledad. Construir un recinto que aloje e impulse a nuevas cooperativas sociales en Argentina requiere la construcción de un actor social. Es decir de una organización con la fuerza y la capacidad de construir el sector del cooperativismo social en nuestro país.

Bajo esa mirada y desde la Federación de Cooperativas Autogestionadas de Buenos Aires (FEDECABA), Federación que alojó y cobijó a la Cooperativa, y con el vínculo con otra organización cooperativa de tercer grado como es la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) comenzó el armado de la Red de Cooperativas Sociales. La Huella fija un nuevo recorrido: nuclear a los emprendimientos sociolaborales en salud mental dispersos en todo el país. Convocar a los actores afines a esta visión de la Ley Nacional de Salud Mental, y también convocar a otros sectores desprotegidos de derechos para conformar este actor social. Así nace la red de cooperativas sociales. Al día de hoy continúa el debate en relación a su misión y a la relación entre salud mental y cooperativismo. Nos atrevemos a decir que no tiene antecedentes en nuestro país. A nivel nacional, básicamente la partición de la asistencia esta enfrentada entre lo público y lo privado, habiéndose desarrollado un tercer sector que dinamizó sobre todo la asistencia en el universo de la discapacidad.

El cooperativismo social para el campo de la salud mental aparece bajo la figura de lo extranjero (figura que se originó a fines de los ‘70 en Italia). Y aún la extranjería es para el propio cooperativismo que no contenía en su legislación un apartado apropiado que dé cabida a estas modalidades asociativas que contienen en su seno poblaciones en desventaja, y que en un contexto adecuado pueden resurgir sus talentos y capacidades. Desde abril de este año contamos con la Res. 1366/22 del INAES que reconoce y establece la normativa para este tipo de cooperativas de integración socio-laboral. También porque la representación social de salud mental y de discapacidad en general sigue siendo una temática tabú donde incluso las propias personas puedan integrarse a un trabajo formal. Se requiere para comprender, haber pasado por estas experiencias, y una solidaridad de los conmovidos para entender de qué estamos hablando.

Al día de hoy esta red se encuentra en el umbral de su construcción. Tiene que vérselas con el trazado de sus propias delimitaciones, en tanto Red que no supone organización formal que establece obligaciones ni compromisos comunes. Esto establece el meollo de sus tensiones actuales que interroga sobre su sentido de capacidad instituyente.

Comenzó como una tarea de nucleamiento. Esto presumía la existencia de hecho de numerosas experiencias a lo largo del país de organizaciones formalizadas o no dentro de otras instituciones, que estuvieran vinculadas a organismos públicos o fueran el fruto de la iniciativa autogestiva. Ya sea que hubieran sido construidas en el marco de organizaciones de raíz religiosa, organizaciones sociales o movimientos políticos.

Es decir el planteo era investigar cómo estaba constituido el universo de formas más o menos organizadas, más o menos numerosas, que en definitiva pusieran en el centro de su labor alguna manera asociativa de inclusión/integración de personas con profundas desventajas en la integración laboral en los distintos territorios de nuestro país.

La red rápidamente atrajo a un número importante de organizaciones. El primer movimiento fue pensado y abierto a un gran abanico posible de situaciones, que permitiera mapear los cuántos y los cómos, de este universo. El recorrido se ampliaba y trajo la dificultad a la hora de encontrar ejes comunes, transversales, pues la definición de cooperativas sociales como elemento de convocatoria costaba definir y que pasos hacer en su construcción.

La Red se debatía entre definir qué es una empresa social o peticionar por una forma jurídica que contemplara en sí universos muy distintos, como por ejemplo personas en situación de calle, personas que han estado en contextos de encierro, con consumos problemáticos, etc. Mientras por otro lado conservábamos nuestra unidad de grupo de whatsapp al mismo tiempo que algunas organizaciones dejaban de participar parcialmente o directamente se retiraban.

Una enorme ventaja en la construcción de esta incipiente Red, es que estuvo y está abierta y convocamos a organizaciones a las que denominamos de apoyo, que Son organizaciones ya consolidadas en su trayectoria y legalidad, como universidades nacionales, asociaciones civiles, federaciones, confederaciones, colegios del sector del cooperativismo y el mutualismo, asociaciones de abogados. Todas ellas nos dieron un sostén sin igual para poder cuidarnos y perdurar en la iniciativa.

La diversidad de situaciones se nos presenta como un desafío: origen y problemáticas de base además de la fragilidad institucional de este tipo de redes. Los contextos tan disímiles de las personas, de las organizaciones, de las distintas provincias de nuestro país. Las desventajas se van acumulando y terminan siendo de todo tipo: legales, de salud, económicas, educativas, de vivienda, etc.

Cuando intentamos procesos de inclusión socio-laboral no es solo ese aspecto el que entra en juego. Intervienen además las distintas concepciones en el universo de los y las agentes, operadores/as y coordinadores/as que intentan este tipo de intervenciones. Otra gran dificultad es comprender la situación de sobrecarga para los operadores/as y coordinadores/as, que trabajan muy cerca del dolor y la necesidad tan masiva que se registra en la exclusión. También existen tradiciones y concepciones distintas en lo referente a la inclusión: Estado presente, ¿pero cuánto? ¿es posible la autogestión sin intervención del Estado?

Que poder desmenuzar y localizar estas barreras comunes no se nos convierta en una torre de babel. Si ese paso se da tendríamos la posibilidad de articularnos lo más orgánicamente posible con el objetivo de manifestarnos y luchar por las modificaciones, sin perder de vista el bien común, que nos permitan mejorar la capacidad de integración, contención y el acceso al derecho al trabajo para las personas con discapacidad en todas las organizaciones de la Red.

Referencias Bibliográficas

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